jueves, 3 de noviembre de 2011

HABLAR O DECIR


Cuando era pequeña me dijeron en el colegio: “Señorita, si estudiara tanto como habla mejor le irían las cosas”; indudablemente me callé, no por aquella frase que no comprendía, sino por el miedo al castigo. En aquel entonces y con siete años aquello no supuso nada para mí, pero ahora sí. Una vez que estudié lo que tenía que estudiar, no sin muchas discusiones con mis padres sobre mis inquietudes, mis aspiraciones y mis planes para el futuro, llegó el momento de, por fin, poder hablar.
Craso error: comencé mi época laboral en una oficina de la empresa privada y, como persona habladora que soy por naturaleza, intenté entablar relación con mis nuevos compañeros. Nadie me devolvía la palabra, nadie abría la boca  y me lanzaban miradas que después se dirigían a mi jefe. Comprendí que tampoco podía hablar, así que me dedicaba a comer caramelos para poder soportar esas terroríficas horas en la que, ni tan siquiera un “buenos días”, era bien visto.
Entendí que aquello no era lo mío. Que yo necesitaba un trabajo en el que poder relacionarme con mis compañeros, cumplir con mi obligación, pero tener algún momento distendido para compartir cualquier inquietud o problema y, de paso, quitarme los kilos que había ganado con tanto caramelo.
Encontré mi sitio en el mundo de la docencia: “puedo hablar”, me dije; es un mundo que me gusta, es más, creo que no podría dedicarme a otra cosa. Y sí, estoy todo el día hablando; hablo tanto que a veces me duele la garganta; hablo en otros idiomas, hablo en el mío y me escuchan.
Lo malo viene cuando salgo a la calle, cuando tengo que enfrentarme a la gente, cuando no es una lección lo que tengo que explicar.
Entonces no puedo hablar, tengo que decir, y eso es más difícil. Por una parte no quiero decir lo que los demás quieren oír, pero hay ocasiones en las que no queda otro remedio, es entonces cuando hablo. Cuando estoy con la gente que me aprecia como soy, no hablo, digo y me escuchan, me rebaten, y , sinceramente: me encanta.

2 comentarios:

  1. Hablar o decir. Atender o escuchar. Siempre el mismo dilema...

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  2. Hablar.Decir. Terrible y a la vez hermosa disyuntiva.Hermosa por que cuando hablamos y nos comunicamos con la gente que queremos o apreciamos,siempre surgen palabras o frases que decimos con el corazón en mano. Ya sean de amor entonces las decimos con un tono especia. Y si son de otra manera.de discusión,trabajo o política.Surgen atropelladas de manera apabullante para imponer nuestra razón.Pero es cuando hablamos.delante de un grupo de gente que no nos escucha pero que nos oye. Sin saber tan siquiera lo que decimos.Seamos jóvenes o viejos esa disyuntiva siempre estará

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