jueves, 26 de abril de 2012

TODOS TENEMOS UN PRECIO

Siempre habrá alguien que diga que no tiene precio, que no se vende por nada ni por nadie, y es una opinión muy respetable, como cualquier otra.
Yo, lo tengo que reconocer, tengo precio, pero no se puede pagar con dinero.
Despertar a mi hija por las mañanas para ir al colegio y que ella se me mire con los ojos entreabiertos, me dé un beso y me diga: "Buenos días mami", es el pago que recibo por madrugar, cuando mi jornada laboral comienza bastante entrada la mañana, y podría quedarme en la cama durmiendo mucho más rato de lo que lo hago.
Estar horas en la cocina preparando la comida para que en cinco minutos desaparezca y escuches: "Qué bien he comido"; agarrarte el pelo como puedes porque los rizos se niegan a desenredarse y no tienes tiempo y que te digan: "Qué guapa estás hoy".
Hay tantas y tantas cosas que suceden a lo largo del día y que hacemos, algunas veces a regañadientes, que son pagadas y no nos damos cuenta de ello: un beso robado, un abrazo, una caricia, una mano que seca nuestras lágrimas, una sonrisa... Somos los más ricos del mundo cuando alguien, espontáneamente, nos paga con amor y amistad lo que, en un momento, hicimos nosotros sin pensar, sin esperar nada a cambio.
El dinero no lo es todo; el amor y la amistad sí. Es lo que nos hace decir: yo tengo un precio.

martes, 24 de abril de 2012

TEN, FAL

Domingo. Doce del mediodía. Plaza del mercado.
Es la cita ineludible de todos los fines de semana para ir a cambiar cromos. Ahí nos juntamos padres e hijos para intentar completar las colecciones y conseguir ese cromo que nunca aparece por muchos sobres que compremos.
Si nos centramos sólo en eso, las cosas no han cambiado tanto desde que yo misma coleccionaba los cromos de Heidi o de Marco que regalaban con los yogures. Pero sí que han cambiado: ahora si no tenemos más cromos repetidos podemos comprarlos o venderlos a otro niño por un módico precio, con lo cual salimos de la plaza con los cromos que nos faltan más una cantidad de monedas de céntimos en nuestro bolsillo.
Recuerdo la primera vez que subí con mi hija a cambiar cromos. Le conté que yo también los cambiaba con mis amigas y vecinas en el colegio o en la calle, pero que no los comprábamos. No le tuve que contar la historia de Heidi porque ya la había visto en capítulos que, como la mayoría, bajé de internet; pero cual fue mi sorpresa cuando, tras contarle la historia de Marco, y casi soltar una lágrima recordando las desventuras del pobre niño y lo que lloramos todos al verlo, mi hija me dijo: "¿Y por qué no llamó a su madre por el móvil?". Aquella respuesta me hizo ver que realmente el tiempo pasa, y demasiado rápido, con lo cual decidí hacer una colección de cromos ajena a la de mi hija y, en cierto modo, hacernos la competencia para ver quien de las dos la terminaba primero.
Es una emoción extraña volver a salir a la calle con los cromos repetidos en un bolsillo y la lista de los que nos faltan en otro. 
Como buenos niños, ellos saben perfectamente cuales tienen y cuales les faltan sólo con verlos, mientras que los padres nos dedicamos a consultar una y otra vez la lista para asegurarnos de que no nos equivocamos al cambiar; lo que hace la edad con nuestra memoria visual.
Lo mejor de todo es poder volver a la infancia durante un rato y repetir el sonsonete que tarareábamos hace ya muchos años y escucharlo en boca de nuestros hijos; ese "ten, ten, ten, fal, ten, fal, ten, ten" que nos hace revivir lo que un día nosotros hicimos y que, por unos instantes, vuelve a salir de nuestros labios y nos hace sonreír cada vez que decimos: "FAL".

lunes, 23 de abril de 2012

ISTA YE A MIA TIERRA

Nací en una tierra noble, de tozudos que hacen lo imposible por conseguir lo que sea, de jotas que cantan desde las alegrías hasta las penas, de personas normales que viven el día a día como en cualquier otro lugar.
Aragón es mi tierra y Huesca mi cuna:  tierra de altas cumbres, antaño con nieves perpetuas y de grandes llanuras monegrinas; tierra de personajes ilustres y personas anónimas; tierra que se está dejando morir, que todos estamos dejando morir.
Quedan atrás las excursiones por el Pirineo y sentir que todo era mío, que aquellas cumbres a las que llegaba con mis padres eran mi hogar, que las flores no se arrancaban porque le daban color a un maravilloso paisaje; días de conocer los lugares en que vivieron antepasados que quisieron hacer de ésta una gran tierra. Lugares de naturaleza salvaje que impedían el paso, pero que como buenos aragoneses, conseguíamos pasar sin causar ningún destrozo.
No me importa que me digan que soy aragonesa y, por consiguiente, cabezota; porque lo soy; pero echo de menos la fuerza de las gentes de mi tierra para conseguir mantener aquello que la historia nos legó: ser una región importante, con fuerza y no pasar a ser provincias de clase zzz, en las que sólo se reconoce el que la naturaleza nos haya bendecido con cumbres para construir pistas de esquí.
Soy oscense y aragonesa y gracias a mis padres sé que aún queda un trocito de Pirineo salvaje en el que refugiarme y escuchar el silencioso ruido de la naturaleza.
Y seguiré cantando canciones en fabla aragonesa, y me seguiré dando cabezazos hasta que consiga lo que quiero, pero sin perjudicar a nadie, porque creo que llevo parte de nobleza dentro de mí. Y el día en que me marche, esta carcasa prestada que tengo como cuerpo se quedará aquí, en el lugar que me vio nacer, crecer, reír, llorar, aprender, ser persona.
Ista ye a mia tierra: Entalto Aragon y Entalto Uesca, a mia tierra, a mia chen y soniando.....

domingo, 22 de abril de 2012

NOCHES DE SÁBADO

Llegan las noches del tan ansiado sábado. 
Cuando eres pequeño es la noche en que te puedes ir más tarde a la cama porque al día siguiente no hay cole; es todo un privilegio y te hace sentirte mayor, así que aprovechas para jugar, para ver la tele y aguantas lo indecible a pesar de que tus ojos se cierran, acostumbrados como están los pobres a un horario que les reclama dormir.
En la adolescencia es la noche deseada; te arreglas y sales con tus amig@s; ya eres mayor; pero ahí están tus padres para ponerte una hora límite a tus descubrimientos. Es la noche en que descubres tu primer beso, tu primera bebida con alcohol, tu primer cigarrillo, tu primera decepción al ver a la persona que te gusta con otr@. Constantemente miras el reloj para no llegar tarde a casa, porque conllevaría no salir en unos cuantos sábados. Apuras hasta el último minuto y, después, corres para llegar en el tiempo límite.
Pasada la veintena ya no hay horario, no hay primer beso, no hay decepciones. Tienes libertad total y absoluta y unos pasan la noche de bar en bar, otros en algún local con los amigos y, los más afortunados, con la persona de sus sueños.
Pero ¡ay cuando pasas de los cuarenta!. Tal cual están las cosas lo más normal es que acudas a cenar a casa de algún amigo o que vengan a tu casa (la economía no da para ir de restaurantes). Sabes que si te pasas con las copas lo vas a pagar durante unos días, porque el cuerpo te dice que ya no tienes edad para tanto "desmadre". Las tertulias con tus amig@s se hacen interesantes porque estás con aquell@s en quienes confías y puedes decir todo lo que te dé la real gana; y aguantas críticas y las comprendes y te permites trasnochar, aunque sabes que en el interior de tu cuerpo hay un reloj que, al día siguiente, te despertará a la hora habitual.
Cuando tu edad ya es más avanzada acudes a bailar a algún local, si es que alguien ha tenido la idea de abrir alguno en tu lugar de residencia, y disfrutas como cuando eras niño: al día siguiente no tienes obligaciones, ni al otro, ni al otro, porque ya estás retirado, pero hay algo en esas noches que te hace alegrarte y sonreír y disfrutar y ponerte lo más guap@ posible y vivir.
Sábado sabadete, da igual la edad que tengas, es una noche que promete.

jueves, 19 de abril de 2012

MI PAÍS

Soy una ciudadana de a pie. Una persona normal y corriente de las que nos podemos encontrar en las calles de nuestras ciudades o pueblos. Me siento privilegiada por tener un trabajo, que es por horas, pero es un trabajo.
Por primera vez y, en lenguaje coloquial, me voy a mojar. 
Estoy cansada de tanta hipocresía, de tanta mentira, de tanto tomarnos el pelo.
Un señor, cuya fortuna está colocada en el número 134 de las mayores del mundo, dice "lo siento" y ya todos tenemos que estar de acuerdo y agachar las orejas y seguir manteniendo a una familia, si es que se le puede llamar familia ya que cada uno va por su lado, que a mí no me representa como española. Esos señores que pregonan en sus campañas electorales la solución a todos los problemas (los nuestros, porque ellos parece ser que no tienen a la hora de vivir el día a día) tampoco hacen que me sienta representada más allá de mis queridos pirineos. Prefiero ver a los jugadores de las selección de fútbol, a Rafael Nadal, a Fernando Alonso  y a otros grandes deportistas enarbolando la bandera de mi país y escuchando con lágrimas en los ojos nuestro himno. Prefiero escuchar a cantantes como Julio Iglesias, Montserrat Caballé, Plácido Domingo, etc, entonando sus canciones y recordando sus orígenes en este país, el suyo y el mío. Prefiero a los científicos que han tenido que marchar al extranjero, y siguen añorando su patria, y ahí donde están trabajando para hacer un bien a la humanidad, siguen recordando su tierra, esa que nosotros pisamos todos los días y a ellos les queda tan lejos. Prefiero a los grandes escritores, a los pensadores.
No entiendo nada de política y, sinceramente ha llegado un momento en que tampoco me interesa, porque vivo en un país en el que la corrupción está a la orden del día. Porque los de "arriba" pueden hacer lo que les pase por sus honorables partes sin que nadie diga nada y, los que estamos "abajo" protestamos, pero con cuidado, no sea que nos imputen por insultos a alguien y terminemos entre rejas o pagando una multa que nos sirve para vivir o, mejor dicho, para sobrevivir.
Me canso de políticos que prometen y nunca cumplen, porque con los años que tengo, he oído ya demasiadas promesas que nunca se han llevado a cabo, pero eso sí, ellos tienen sus bolsillos bien llenos y no sacan el papel para  hacer cuentas e intentar llegar a fin de mes.
Seguimos viviendo en el país de la dedocracia y no tengo que alejarme de mi ciudad para dar fe de ello. hay un dicho: "que jodido es ser de Huesca y tener memoria"; pues yo la tengo y podría hablar de los que representan a mi ciudad y a mi comunidad, pero el miedo es mayor y no me la juego.
Me siento española, me siento oscense y aragonesa, pero porque amo estas tierras, sus gentes, sus contrastes; porque confío en la justicia y en su independencia y porque como reza otro dicho "a cada cerdo le llega su San Martín".

martes, 17 de abril de 2012

FELICIDADES MAMÁ

Mamá:
No sé ni como empezar esta carta. Me gustaría que hubiera algún modo de saber que puedes leerla; que ahí donde estás ahora, te llega mi felicitación.
Ayer hizo dos meses desde que te fuiste con papá y probablemente lo hiciste para no tener que celebrar otro cumpleaños. Sé que nunca te gustaron, que odiabas que te regaláramos cosas y sabías que este año, al ser setenta y cinco los que cumplías, el regalo iba a ser especial. Y sí mamá, tienes regalo especial: estás con papá y nosotros seguimos aquí, juntos, unidos, como a ti te gustaba.
Es el mejor regalo que te puedo ofrecer, decirte que continuamos con nuestras vidas pero que estamos juntos, que ese amor que hiciste que existiera entre los cuatro hermanos no se ha roto, que nos llamamos, quedamos para comer y tus nietos pueden jugar juntos.
Pero te echo tanto de menos mamá, me haces tanta falta que me sigo sintiendo esa niña pequeña en que me transformaba cada vez que, hablando de lo que fuera, me acariciabas el pelo. Es extraño que ese recuerdo sea lo que más me duela, que no me guste ahora que nadie me toque el pelo, porque sólo tú sabías hacerlo, porque había tanto amor en aquellas caricias, porque aquellos eran nuestros momentos.
Mamá. aunque sea tu cumpleaños, tengo que decirte que estoy enfadada contigo porque te fuiste demasiado pronto, demasiado joven y nos quedaban muchas cosas por hacer juntas. Seré egoísta al decírtelo, pero no puedo evitarlo y no consigo hacerme a la idea de que ahora tengo que pensar "qué habría hecho mamá" en lugar de coger el teléfono y llamarte, porque no hay nadie al otro lado.
Mami, sólo quiero decirte que espero que pases un día de cumpleaños maravilloso, con papá, con tus padres, con todos aquellos que se fueron antes que tú y que te esperaban y te reclamaban. Hoy no voy a regalarte nada, porque tu recuerdo está presente en todos los momentos de mi vida, porque cada día miro al cielo y sé que estás ahí, ayudándome, dándome todo tu amor y estirando tu mano para acariciarme el pelo y yo cerraré los ojos y sentiré esas caricias y sonreiré y lloraré.
Espero ser la persona que me enseñaste a ser, demostrarte cada día que tu esfuerzo no fue en vano y que, desde ese balcón privilegiado en el que estás, puedas sentirte orgullosa de mí, porque soy lo que soy gracias a ti y a papá, a vuestras palabras y a vuestro ejemplo.
Felicidades mamá.
Te quiero.

lunes, 16 de abril de 2012

EL PARQUE DE ATRACCIONES

Desde el momento en que nacemos, nos vemos metidos en este parque de atracciones llamado vida.
Cuando somos pequeños nos gusta que nuestros padres se diviertan con nosotros y nos ayuden a experimentar por primera vez las nuevas sensaciones que se presentan ante nosotros.
En la adolescencia somos los más osados del mundo, y buscamos las atracciones más peligrosas, las que recargan nuestro cuerpo, ya de por sí, lleno de adrenalina.
Llegamos a la madurez y la mayoría nos subimos a ese enorme tiovivo que va despacio, despacio, dando vueltas y más vueltas; y desde él observamos: vemos a los que entran en la sala de los espejos a mirarse una y otra vez y disfrutan viendo su propio reflejo y nada más; vemos a los que nos observan y que un día formaron parte de nuestra vida, a los que sonreímos en una vuelta y a la siguiente han desaparecido; vemos a los que se siguen considerando adolescentes y son atrevidos, y siguen gritando a la vez que sus cuerpos giran y giran; vemos a los que simplemente se limitan a mirar y no disfrutan de aquello que tienen delante de las narices; vemos a los que, con cara furiosa, disparan a lo que les han puesto delante, tan sólo con el afán de lograr su objetivo, aunque sea a golpe de perdigón; vemos a los que se ríen de las personas a las que la naturaleza no ha dotado de un cuerpo diez (éstos deberían ir a la sala de los espejos); vemos a los que se meten en el laberinto y tardan horas y horas en salir, incluso algunos no llegan a hacerlo nunca.
Y nosotros seguimos dando vueltas y vueltas en la rutina, unas veces sonriendo, cuando nuestro caballito de madera está arriba, y otras tristes, cuando el caballito está a ras de suelo.
El parque de atracciones tiene muchos sitios a los que acudir y poder sentirse como cada uno quiera; nosotros tenemos la elección.

sábado, 14 de abril de 2012

HAY QUE DECIRLO

Hablando con un amigo sobre algo que había logrado y, de lo cual me alegro, me puse a pensar por qué somos tan tontos, porque no creo que exista otra palabra, para no decir clara y abiertamente lo que hemos logrado con nuestro propio esfuerzo.
Siempre tiene que surgir el típico que te dice: "Y no tienes abuela". Pues no, no tengo abuela y, tal como se están poniendo las cosas en esta sociedad que vivimos, creo que debemos empezar a presumir de lo que hemos logrado por nosotros mismos. 
Parece que nos avergoncemos de haber luchado, haber creído en nosotros, haber buscado soluciones hasta alcanzar nuestro objetivo y callamos.
Indudablemente, en mi caso, no puedo ni debo olvidar lo que lucharon mis padres para que yo pudiera estudiar, para darme una formación que hace que yo ahora pueda trabajar en lo que me gusta.
Protesté y protesté por ir a academias a aprender a escribir a máquina, a aprender idiomas, a trabajar en verano vendiendo libros o cuidando a algún niño. Reconozco que hicieron muy bien su labor y nunca se lo podré agradecer lo bastante.
Pero terminó mi etapa de aprendizaje y a partir de entonces me tuve que enfrentar yo sola a la vida laboral y al mundo que me rodeaba.
Yo soy la que estudió para terminar la carrera, yo soy la que daba clases particulares en algún rato libre para poder salir de marcheta el fin de semana, yo soy la que buscó y buscó hasta que encontró un trabajo y la que acude todos los días, esté enferma o sana, para no perderlo; yo soy la que buscó y encontró a la persona ideal con la que compartir mi vida y la que intenta criar a mi hija; yo soy la que se hincha como un pavo cuando me dicen que a mi hija se la ve una niña feliz, porque ese es mi trabajo, que sea feliz; yo soy la que procura mantener unida a la familia y calla cosas y dice otras y sigue cada día.
Estoy cansada de no poder decir lo que he conseguido por mí misma, de lo que he luchado, al igual que la mayoría para tener lo que ahora tengo. Y no, no necesito abuela, porque ya vale de alabar a los que por un abrir de piernas lo tienen como un trofeo y lo pasean a los cuatro vientos.
Soy una persona normal y tengo todo el derecho del mundo a decir que lo que tengo en esta vida me lo he ganado. Creo que deberíamos dejarnos de falsas hipocresías y levantar la cabeza diciendo lo que hemos conseguido con nuestro esfuerzo. Seguramente ese empujón que nos dieron nuestros padres haga que ya en la meta levantemos los brazos y no los bajemos y que todo el mundo sepa que estamos donde estamos porque nos lo hemos ganado.

viernes, 13 de abril de 2012

1 + 1 = 2

Leí un artículo que decía que al encontrar la estabilidad en una pareja uno se engorda. Sinceramente me parece una chorrada y no entiendo a las personas que se dedican a estudiar estas cosas con la cantidad de problemas que hay en el mundo.
Muchas cosas cambian cuando encuentras la estabilidad con una pareja: tu tiempo se divide en dos, el que empleas para ti y el que compartes; tu corazón tiene nuevos sentimientos que antes no habías tenído y, con el paso de los años, sigues fomentando cada día ese mariposeo en el estómago; ya no empleas la palabra yo, ahora es nosotros; tus prioridades pasan a ser otras.
No creo que encontrar pareja engorde; lo que si que engorda es el corazón, se hace más grande para tener a otra persona que solemos colocar en un lugar privilegiado.
Encontrar la estabilidad no significa que dejemos de ser nosotros, que dejemos de cuidarnos, que olvidemos amistades, que nuestro mundo se reduzca. Nuestra pareja y nosotros mismos debemos asumir como somos, con nuestros defectos y virtudes, con nuestras alegrías y penas, con nuestros silencios y monólogos. No debemos dejar de ser nosotros mismos y tenemos que encontrar el equilibrio entre dos mundos, en algunas ocasiones muy distintos, que se han unido.
Para mí lo más importante es que yo sigo siendo yo y mi pareja sigue siendo él y tenemos momentos para nosotros en el que pasamos a ser dos,  pero también y creo que es primordial, tenemos momentos en que somos una y uno.
Dando gracias y, a pesar de lo que digan algunos, a mí encontrar la estabilidad no me engordó, simplemente porque ya me pilló gordita, pero sí que me dio un motivo más por el que vivir y seguir cada día, algo que continúo haciendo siendo una y siendo dos.

jueves, 12 de abril de 2012

TRES EN UNO

A lo largo del día puedo llegar a ser muchas más personas de lo que pensaba.
Cuando suena el despertador, lo cual ocurre siempre que estás en lo más profundo de tus sueños, te vuelves a sentir el niño al que despertaban para ir al colegio, y te dices a ti mismo: "Cinco minutos más, porfa", te estiras en la cama y te repites varias veces que no te apetece, que no. En ese momento aparece el adulto que todos llevamos dentro y nos recuerda nuestras obligaciones, esa agenda que llevamos en el cerebro y que está repleta de cosas por hacer. Así que con cara de niño cabreado, metida en un cuerpo adulto, nos dirigimos a la ducha para intentar encontrar un equilibrio. El adulto gana: el agua nos hace darnos cuenta de la realidad y comenzamos a organizar todo lo que tenemos que hacer, solucionamos problemas y nos planteamos otros.
Una vez preparados para salir a la calle, llega el momento de ser mamá o papá, y nos dirigimos con paso firma a la habitación de nuestros hijos dispuestos a despertarlos para ir al colegio. Viendo esas caras tan relajadas vuelve a nosotros ese niño que sueña con mundos maravillosos, con colecciones de cromos, con dibujos animados; pero el mamá o la papá se miran el reloj y comienzan a despertar a los bellos durmientes.
A lo largo del día somos adultos que cumplen con sus obligaciones y que, de vez en cuando, se gastan alguna broma entre ellos, por aquello de distraerse un poco de tanta madurez.
Cuando nuestros hijos vuelven a casa del colegio, volvemos a ser niños repasando las tablas de multiplicar, la historia, los países, pero terminamos por ser el papá o la mamá que dice: "Yo ya me lo aprendí hace años, ahora te toca a ti" y pasamos a ser el adulto que pregunta, con cara muy seria, la lección. 
Volvemos a ser niños en el poco rato que nos queda para jugar con nuestros hijos, hasta que el papá o la mamá que llevamos a cuestas nos dice que es la hora de baños, de hacer cenas y de ir a dormir.
Cuando los peques duermen, es nuestro momento de relax en el sillón y buscamos algo en la tele con que distraernos y olvidar que somos adultos y padres y madres y sólo queremos ser niños que disfrutan soñando con los ojos abiertos. Pero los ojos están cansados y nos piden ir a dormir, así que nos acurrucamos entre las sábanas y, procurando dejar en la mesilla al adulto que somos, esperamos soñar con juegos, sorpresas y nubes de colores.

miércoles, 11 de abril de 2012

FRASES EN EL MURO

¿Por qué nos dedicamos a poner en nuestros muros frases y más frases sobre lo poco que nos importa lo que digan los demás de nosotros?
Si realmente nos importara tan poco, ni siquiera nos tomaríamos la molestia de poner esas frases.
No podemos decir que alguna vez hemos buscado la aprobación de los demás, nos ha gustado que nos alaben por algo bueno que hemos hecho, hasta llegamos a aceptar las críticas aunque no nos parezcan constructivas.
Es evidente que esas frases tienen razón, que aquellas personas a las que les caemos mal no tienen que tener cabida en nuestra vida; si nos critican por nuestros actos lo único que nos puede quedar es el consuelo de que, por lo menos, les hemos dado un tema de conversación.
Yo no le caigo bien a todo el mundo: como le pasa a la mayoría, hay personas que me quieren, otras que me odian y otras a las que les resulto indiferente, y así me gusta que sea, en la discrepancia de opiniones está el poder entender las cosas de muchas maneras y darnos cuenta de errores que hemos cometido y que nadie nos había hecho ver y también están las cosas buenas que hemos hecho y tampoco habíamos visto.
Yo soy como soy, con mis ideas, con mis actos, con mis silencios y mis opiniones y creo que lo principal es que yo me sienta bien conmigo misma dejando de lado, pero para siempre, a aquellos que no aportan nada positivo a mi vida. Al fin y al cabo, para dos días que estamos en este mundo, no voy a perder el tiempo en recordar a aquellos que, con toda seguridad, ya se habrán olvidado de mí.

lunes, 9 de abril de 2012

CHOCOLATE FELIZ

Reconozco que me gusta seguir las tradiciones que se crearon en casa de mi padres. Por desgracia ahora ellos ya no están conmigo y llegan esos días señalados en que recuerdas que siempre tenían un detalle pequeño contigo, algo que convertía ese momento en maravilloso.
Desde que yo recuerdo todos los Domingos de Resurrección, a la hora del postre, mis padres me "sorprendían" con un conejo de chocolate; según fueran los tiempos el tamaño era mayor o menor, pero nunca faltó en la mesa y nunca dejé de hacerme la sorprendida.
El año pasado mi hermano pequeño me sorprendió, esta vez sí, cuando al repartir las monas de pascua entre los pequeños de la casa y, tras haber terminado de darlas todas, se dirigió hacia mí y ante mis ojos sacó un conejo de chocolate, que colocó en mi plato sin decir nada, con una mezcla de sonrisa y llanto en su rostro.
Este año ha sido mi pareja, no ha sido un conejo, ha sido un gatito de chocolate, porque para él, nadie puede sustituir a mis padres y los conejos se han transformado en gatos. Porque sabe que me gustan estas tonterías que me hacen sentir pequeña otra vez y volver a ver la vida con ojos curiosos, expectantes, con ganas de comerse el mundo.
No me avergüenza reconocer que me gusta sentirme niña, que de vez en cuando sienta bien olvidarse de las preocupaciones diarias y dejar que nos mimen; sentir que la vida es algo más que el trabajo, la casa, las obligaciones, los problemas y todo lo que conlleva ser adulto y un animalito de chocolate es capaz de conseguir todo eso y mucho más.

domingo, 8 de abril de 2012

OBLIGADO O VOLUNTARIO

Hay algo en estos días de fiesta que casi todos hacemos y son las reuniones familiares.
Sinceramente a mí me gustan, diría que me encantan. Cada uno tiene su vida, ha formado su familia, han llegado nuevos seres pequeños, y las obligaciones del día a día hacen que escasamente te veas con los tuyos así que mucho más complicado es hacerlo con los demás. Por eso me hace tanta ilusión volver a encontrarme con "los míos" y pasar un rato agradable.
Para algunos las reuniones familiares son una tortura, no hay temas de conversación, se sienten rechazados y sólo suspiran porque llegue el momento en que puedan marcharse.
Atrás quedaron esas reuniones en que nosotros éramos los pequeños y venían nuestros tíos y nuestros primos, o nosotros íbamos a sus casas y jugábamos, disfrutábamos y llorábamos al tener que marcharnos.
Ahora nosotros somos los tíos y nuestros hijos los primos. Ahora tenemos que consolar a los pequeños cuando se separan y decirles que en muy poco tiempo se volverán a ver.
Se echa de menos a los que ya se han ido, a aquellos que crearon la familia, a aquellos que hicieron que tuviéramos hermanos y hermanas.
Cada uno tiene sus temas de conversación, cada uno lleva una vida, cada uno es como es y eso es lo que tenemos que aceptar. La vida pasa más rápido de lo que pensamos y tiene que haber momentos para todo, nos guste o nos desagrade, y las reuniones con los que hace años eran nuestra familia son uno de esos momentos.
No soy quien para dar consejos pero creo que hay que saber lo que se puede esperar de cada persona y sencillamente aceptarlo, no esperar que sean como nosotros queremos que sean, no ser como ellos quieran que seamos, ser simplemente nosotros y dejar que ellos sean como son. Dos personas, hace tiempo, formaron una familia, de ahí surgieron más, pero la esencia debe quedar y el amor que un día se tuvieron debe continuar.

miércoles, 4 de abril de 2012

SI FUERA...

Si fuera pájaro cantaría todas las mañanas al nuevo día que nace.
Si fuera pez haría burbujas que llegaran hasta la superficie.
Si fuera oso me rascaría la espalda en el árbol más grande que encontrara.
Si fuera vaca me tumbaría en los verdes pastos de mis amados Pirineos.
Si fuera gato me enroscaría en un sofá a dormir y soñar.
Si fuera ardilla jugaría a saltar de árbol en árbol y no tocar el suelo.
Si fuera sapo daría saltos para alejarme de aquellos que quisieran besarme y convertirme en persona.
Si fuera búho contemplaría la luna y las estrellas todas las noches de mi vida.
Si fuera mosca intentaría huir de los que quieren matarme pero seguiría molestándoles.
Si fuera jirafa estiraría más el cuello para llegar a tocar una nube.
Si fuera hormiga recogería migas de pan del suelo para compartir.
Podría seguir y seguir, pero desgraciadamente soy persona y no puedo cantarle todas las mañanas al nuevo día porque viene cargado de problemas; no puedo hacer burbujas porque seguro que viene alguien y las explota; no puedo estar rascándome la espalda o tirada en un prado porque tengo que ir a trabajar y pagar y pagar; no puedo dormir en un sofá porque los problemas no dejan conciliar el sueño y si duermo tengo pesadillas; no puedo dar saltos de árbol en árbol porque los hemos quemado; no puedo huir de los que quieren acabar conmigo porque todos estamos controlados; no puedo ver la luna y las estrellas porque la contaminación me las tapa;  no puedo tocar una nube porque me tratarán de loca; no puedo coger migas de pan del suelo porque alguien más hambriento que yo ya lo ha hecho.
Dichosos animales que sólo tienen que ser lo que son: animales. Pobres personas que tenemos que ser tantas y tantas cosas y no sabemos disfrutar de ser simplemente eso: personas.

martes, 3 de abril de 2012

EL PRIMER BESO

A cualquiera que le preguntemos si recuerda su primer beso, lo más probable es que nos sonría ligeramente y nos diga que sí y, es más, nos contará cómo fue aquella experiencia maravillosa: la adolescencia, el chico o la chica que tanto nos gustaba, un lugar escondido, unos corazones acelerados, unos labios que tocaban otros por primera vez y que dejaron una marca en nuestro corazón y en nuestro cerebro para siempre.
Creo que casi todos sabríamos decir exactamente el nombre de la persona a la que besamos por primera vez, el lugar y en nuestro estómago volveremos a recordar esas mariposas que revolotearon por unos segundos ante la nueva experiencia que estábamos viviendo.
La lástima es que aquel no fue nuestro primer beso. Del primer beso de nuestra vida ninguno tenemos conciencia y es algo que todos tendríamos el derecho de recordar.
Nuestro primer beso fue el de nuestra madre cuando nos tuvo por primera vez en sus brazos, cuando cogió a aquel pequeño ser que lloraba, que estaba sucio, que le había hecho pasar momentos de dolor. 
Nuestra madre nos cogió entre sus manos y nos besó con ternura, con amor incondicional, con alegría mezclada con lágrimas, con fuerza para darnos vida, con ilusión al ver nuestro rostro.
Es triste que no podamos recordar ese beso que nos dio todo lo que somos, ese beso que inició el camino de muchos otros que recibíamos cada día, ese beso que fue nuestro primer contacto con el mundo,  ese beso que nos daba la bienvenida y nos decía que iba a estar ahí siempre.
Podemos cerrar los ojos y sentirlo; el beso de una madre es algo especial y, aunque algunos ya le hayamos dado nuestro último beso y la hayamos visto partir, nunca podremos devolverle todo lo que nos trasmitió con lo que recibimos de sus labios el día en que nacimos: nuestro primer beso.

lunes, 2 de abril de 2012

HASTA LA LOCURA

A no ser que alguno seamos Romeo y Julieta, no creo que nadie ame hasta la locura; se puede llegar a querer tanto a otra persona que, por unos momentos, podemos olvidarnos de nosotros mismos, pero de ahí hasta volverse loco, creo que hay un trecho.
Si ya nos centramos en otros temas, creo que sí que nos volvemos locos o, por lo menos, lo somos durante unos instantes y dejamos de ser conscientes de lo que realmente estamos haciendo. Sólo hay que ver imágenes de campos de fútbol  o de sus alrededores en los que los llamados hinchas de un equipo, toman las ciudades, se creen dueños y señores de todo y de todos y cometen actos que rozan la barbarie con tal de defender sus colores. ¿Qué ganan con ello?, ¿su equipo es mejor por sus acciones bandálicas?.
Nunca he hablado de mis creencias religiosas, de si las tengo o no, porque creo que solo me incumben a mí, y, como mera espectadora de lo que me rodea me asustan ciertas actitudes de diferentes religiones. Creo que, en la mayoría de ellas hay un punto de bondad, de generosidad, de amor hacia los demás, pero esto no se ve, no es noticia, no hace captar seguidores. En esta sociedad que hemos creado lo que gusta es lo fanático, lo extremo, pero siempre con connotaciones negativas, nunca decir que se ha hecho el bien en nombre de cualquier dios será noticia, nunca.
Somos corderos en un rebaño cuyo pastor nos está llevando hacia cualquier tipo de fanatismo, hacia el culto extremo a ídolos de barro, a pisotear y destruir al que tenemos al lado con tal de alcanzar nuestra meta, a llegar incluso a matar o dejarnos matar por una sociedad y unas creencias que van más allá de lo racional y nos hacen rozar la locura.
Ójala, alguna vez, en algún sitio, pudiéramos leer o ver como noticia que el amor había llevado a alguien a la locura.