Sería maravilloso poder vivir un día eligiendo los trozos de las películas que nos han gustado y siendo los protagonistas.
Veinticuatro horas huyendo de nosotros mismos, de todo lo malo que nos rodea y dejándonos llevar por la magia del cine.
Si pudiera hacerlo creo que esas veinticuatro horas serían poco tiempo.
Me levantaría por la mañana y tendría un "Desayuno con diamantes" , comiendo unos bollos delante de Tiffany's, escuchando "Moon river" como música de fondo.
No habría que cambiar de vestuario. Con un clic de dedos me trasportaría a otra película.
No habría horarios: ni mañana, ni tarde, ni noche. Sería un día sin horas. Podría ponerme una "Esencia de mujer" y pasar de bailar un tango con Al Pacino a proyectar películas con Alfredo en el "Cinema Paradiso".
Me pasearía en moto con Gregory Peck teniendo unas maravillosas "Vacaciones en Roma" o bailaría con un hombre en un país perdido en el oriente, como si fuéramos "Anna y el rey".
Habría tiempo para todo: para irme a "La misión" y escuchar un oboe en medio de la selva, para ser uno más de "La lista de Schindler" y darle el anillo fundido con el oro de las muelas, para navegar en un velero con "Un toque de infidelidad"...
Iría al teatro a escuchar de boca de "Cyrano de Bergerac" sus críticas contra los actores y me reiría con las meteduras de pata de Peter Sellers en "El guateque" al que me habrían invitado.
No creo que me metiera en un submarino, por aquello de la claustrofobia, pero el cine es magia, sueño,.. y podría navegar con Sean Connery en el "Octubre rojo".
Cogería el "Polar Express" y volvería a ser una niña para visitar a Papá Noel o sería "La princesa prometida" con la que todas hemos soñado.
Bailaría la laendler y cantaría en las montañas mientras mi cara se llenaba de "Sonrisas y lágrimas" y, cuando el cielo se llenara de nubes, chapotearía "Cantando bajo la lluvia".
Me perdería por las calles junto al "Mercader de Venecia" o mis pasos se dirigirían a un edificio concreto para subir a una azotea y así tener "Algo para recordar".
Tantos y tantos momentos que han pasado por delante de nuestros ojos. Tantos sueños que hemos querido que se conviertan en realidad. Tantas imágenes que han quedado grabadas en nuestra mente. Tanta magia que nos proporciona el cine y que hace que, tras ver una película, podamos decir: Sí, "La vida es bella".