domingo, 16 de septiembre de 2012

DEMOSTRANDO HUMANIDAD




En estos días se produce la vuelta a la llamada “normalidad”: los niños al colegio, los adolescentes al instituto y los adultos al trabajo.
Soy de las personas que tienen suerte y tengo un trabajo.
En estos días no he escuchado a nadie protestar por tener que volver al trabajo, algo que era habitual otros años. Este año sólo se escuchan frases de tipo: “mañana a la rutina”, “volvemos a empezar”, etc.
Creo que todos estamos demostrando la humanidad que llevamos dentro, al darnos cuenta de lo afortunados que somos y que podemos dejar atrás los días de asueto y descanso porque nos espera reincorporarnos a nuestros puestos de trabajo, frente a tantos miles  de personas que hay en nuestra ciudad, muchos de ellos conocidos, amigos e incluso familiares, que no tienen que reincorporarse a nada.
Todos somos conscientes del gran problema que eso supone, no sólo en la economía de las familias, sino en la salud mental de aquellos que no tienen un puesto de trabajo.
Mi más sincera enhorabuena a los que no protestan por volver a trabajar, a los que han sonreído en su primer día de vuelta a la normalidad, a los que se han dado cuenta de que son afortunados, a los que han demostrado humanidad.

lunes, 10 de septiembre de 2012

PREPARANDO LA VUELTA AL COLE




Ya ha llegado el día en que los pequeños vuelven a reencontrarse con sus compañeros, en el que las aulas se vuelven a llenar de gritos y risas hasta que alguien pone orden.
Probablemente a muchos les habrá costado dormirse y en sus estómagos estará ese cosquilleo de saber si volverá a estar con sus compañeros del año pasado, con quién se sentará, cómo serán los libros…
Pero no es un año como los demás; muchos no podrán lucir con orgullo la mochila, el estuche, las pinturas, todo nuevo; habrá que volver a llevar las del año pasado; pero en su vocabulario sí que  habrá una palabra nueva: crisis, esa que los mayores repetimos tantas y tantas veces y que ellos ya han aprendido y, lo peor de todo, han comprendido. Niños que preguntan a sus padres si son pobres, niños que lloran porque quieren ser como los demás y poder estrenar su material escolar en un día tan especial, niños crueles (como son los niños) que se ríen de los que llevan lo mismo del año pasado.
En nuestras manos como padres está el que esos niños que no pueden “estrenar”, que no llevan libros nuevos porque esperan que en el colegio se los presten, que tienen las pinturas a medio usar, no se sientan cruelmente desplazados de los otros.
Debemos, como padres, sentarnos con nuestros hijos y explicarles que no todo el mundo puede, que una pintura nueva no tiene importancia, que lo verdaderamente importante es volver a ver a sus compañeros y comenzar una nueva etapa de aprendizaje, sin distinciones, sin risas crueles, todos juntos para aprender un poquito más.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

TENGO MIEDO

No entiendo nada de la prima de riesgo, de la compra de deuda, etc,. Puede ser porque sea de letras o porque mis problemas se limitan al día a día y a vivir la realidad que se toca con las manos.
En mi calle, como por arte de una magia negra, todos los establecimientos comerciales tienen a una persona en la entrada, sentada, con un cartel pidiendo dinero o comida; y no son inmigrantes (con los mismos derechos que todos, eso ante todo), son personas de mi país.
Tengo miedo del día en que vea una cara conocida y no pueda darle nada, porque cada céntimo cuenta, porque ahí donde están ellos esperando a que yo les dé algo, mis compras se limitan a pollo, pavo, leche, arroz, pasta, ..., los productos básicos que necesitamos para comer y seguir viviendo.
Tengo miedo del día en que esas personas se cansen de pedir y no recibir y entonces decidan entrar a robar en dichos establecimientos, porque yo también lo haría, porque no podría ver cómo mi hija pasa hambre. No tendría ninguna duda, lo haría.
Tengo miedo del día en que todo esto estalle; cuando las personas que ya no tienen nada, las que no pueden trabajar, y lo confirmo NO PUEDEN, porque querer, todos queremos hacerlo, cuando esas personas se lancen a las calles para intentar conseguir un trozo de pan que llevar a la boca de sus hijos. Puede ser una exageración, pero casi te hace rememorar las películas del oeste en las que el más fuerte gana, y todo a través de la violencia.
Tengo miedo del día en que realmente todos nos unamos contra esos dirigentes de nuestro país, contra esa oposición que calla y, por lo tanto, otorga, contra los banqueros, contra todos los que siguen cobrando sueldos astronómicos y no se quieren bajar de la poltrona, ni ceder un ápice para que los españoles tengamos una vida digna. Y no digo los españoles de a pie, porque de a pie somos todos: ellos y nosotros.
Tengo miedo de que mi hija vuelva al colegio y se encuentre con que no hay profesores para enseñarle lo que le corresponde aprender a su edad, de que algún niño "mayor" le quite el bocadillo o algo de ropa, porque no tiene; y en parte podría comprenderlo.
Sencillamente, tengo miedo de lo que se nos viene encima.