En estos días se produce la vuelta a la llamada
“normalidad”: los niños al colegio, los adolescentes al instituto y los adultos
al trabajo.
Soy de las personas que tienen suerte y tengo un
trabajo.
En estos días no he escuchado a nadie protestar por
tener que volver al trabajo, algo que era habitual otros años. Este año sólo se
escuchan frases de tipo: “mañana a la rutina”, “volvemos a empezar”, etc.
Creo que todos estamos demostrando la humanidad que
llevamos dentro, al darnos cuenta de lo afortunados que somos y que podemos
dejar atrás los días de asueto y descanso porque nos espera reincorporarnos a
nuestros puestos de trabajo, frente a tantos miles de personas que hay en nuestra ciudad, muchos
de ellos conocidos, amigos e incluso familiares, que no tienen que
reincorporarse a nada.
Todos somos conscientes del gran problema que eso
supone, no sólo en la economía de las familias, sino en la salud mental de
aquellos que no tienen un puesto de trabajo.
Mi más sincera enhorabuena a los que no protestan
por volver a trabajar, a los que han sonreído en su primer día de vuelta a la
normalidad, a los que se han dado cuenta de que son afortunados, a los que han
demostrado humanidad.