viernes, 11 de noviembre de 2011

EL TRABAJO MÁS DIFÍCIL DEL MUNDO

De pequeño no pensaba que cuando creciera me dieran tal responsabilidad.
Nací en una familia normal y corriente; la única excepción es que tuve un hermano gemelo.
Desde pequeño vieron que yo era muy despierto, que sabía permanecer atento a aquello que se me explicaba, que procuraba ayudar a los demás, en resumen, que era muy "avispado".
Conforme fui haciéndome mayor me fueron inculcando cuales serían mis labores en un futuro. Al principio era un juego y a mí me divertía; poco después me di cuenta que aquello tenía mucha responsabilidad. Muchas veces pedía que me cambiaran de clase, que no quería seguir estudiando aquello tan complicado; pero mis peticiones cayeron en saco roto: había nacido para eso y tenía que hacerlo.
Muchos días llegaba a casa llorando y suplicándole a mi padre que no me hiciera volver al día siguiente, que cuando terminara mi preparación no sabría desempeñar mi trabajo, que no quería que la vida de los demás estuviera en mis manos. Mi padre intentaba convencerme diciendo que estaba en una buena escuela, que no iría a trabajar hasta que se dieran cuenta de que estaba bien preparado para ello; pero no me consolaba.
Pasó el tiempo y con él llegó el final de mis estudios. Llegó el día en que tuve que enfrentarme a mi trabajo; me acompañó un "veterano" en la materia y, aunque parezca mentira, no me pareció tan difícil.
Durante unos meses estuve siempre acompañado hasta que me aprendí cómo funcionaba todo, dónde debía ubicarse cada uno y lo que tenía que hacer.
Por fin llegó el día en que tuve que ir yo solo a trabajar, me coloqué en mi sitio y poco a poco fueron llegando. Al principio de uno en uno, pero yo sabía que, en horas concretas, aquello sería un hervidero. Procuré no ponerme nervioso y me dije a mí mismo que podría hacerlo, que estaba preparado.
Llegó el momento que había esperado y odiado: cientos y cientos, todos a la vez, cada uno en una dirección; y ahí estaba yo, en medio de todo procurando poner un poco de orden.
Pasó el rato y me quedé solo; me di cuenta que ninguno había resultado dañado y que todos habían partido hacia sus destinos sin ningún problema.
Desde aquel día no me da miedo ir a trabajar, todo lo contrario, me siento orgulloso de tener el trabajo más difícil del mundo: dirigir el tráfico del cielo a mis congéneres los pájaros.

1 comentario:

  1. relato difícil de comentar, esta joia pone a prueba mi intelecto( que es más bien escaso )en dada relato.Qué narices se de la vida de los pájaros.Quizás haya que extrapolarlo a la vida real. Ojalá hubiese gente que se prepara desde pequeño para funciones concretas en su vida.Para realizar un trabajo(cualesquiera) pero eso si
    estar muy preparado.Hay países pequeños Islandia que invierten una barbaridad en educación y preparación de su PIB. Diciendo que así se evitan gentes corruptas pues cada una en su puesto da lo mejor de sí. Procurando por su bien y el bien común.¡¡ Éso es un país con miras!!. En fin que los humanos aveces somos de todo menos eso HUMANOS

    ResponderEliminar