martes, 3 de septiembre de 2013

PREPARANDO A LOS PAPÁS PARA EL COLE

Dentro de pocos días nuestros hijos volverán al colegio con la alegría de reencontrarse con sus compañeros y ver quién es el profesor que les ha tocado como tutor; descubrir el aula nueva y sentirse "mayores" porque han superado un curso y, para pena de los padres, siguen creciendo.
Ahora llega el momento en el que nosotros, los padres, tenemos que preparar a nuestros hijos para ese día.
Es difícil negar a un hijo una mochila nueva, un estuche reluciente, pinturas sin usar,..., pero así están las cosas en este país en el que nos ha tocado vivir y muchos, por desgracia, no podremos satisfacer las ilusiones de los pequeños.
Preparemos a nuestros hijos para que el día de la vuelta al cole no sea un día de comparaciones, de si yo llevo nuevo y tú no, si tú eres pobre y yo no.
Todos los niños vuelven con las mismas ilusiones y las mismas alegrías. ¿No es eso lo realmente importante?.
En un mundo consumista y asquerosamente dividido entre los que llevan "marca" y los que no, los pequeños de la casa no tienen que sentirse discriminados por, lo que desde mi punto de vista, es una auténtica estupidez y sólo sirve para que los niños se encuentren "separados" de un grupo en el que tienen el mismo derecho a estar, lleven marca, lleven mercadillo o lleven chinos.
No me gusta la palabra buying, me gusta más decir padres estúpidos que inculcan en sus descendientes el ver y no mirar: ver lo que lleva ese compañero por fuera, y no mirar lo que tiene en su interior.
Tengo ganas de ver la cara de mi hija cuando vuelva del colegio y me cuente cómo ha sido su primer día en quinto de primaria. Espero que la cara de felicidad dure todo el curso y no llore como el año pasado porque le han dicho o le han dejado de decir.
Sinceramente, como madre me siento orgullosa de haberle enseñado a mirar el fondo y no a ver el envase.

martes, 13 de agosto de 2013

OJOS QUE MIRAN Y VEN

Por azares del destino, hace un par de años conocí a una persona realmente especial.
Podría decir muchas cosas de él, pero me limitaré a señalar que es simplemente un hombre bueno; pocas personas hay, en esta sociedad, que merezcan que se diga  eso de ellas, pero mi amigo lo es.
Siempre tiene una buena palabra, un saludo cordial, una sonrisa, un gesto amable.
Siempre con su cámara de fotos colgada al cuello, dispuesto a sacar lo mejor de los que se colocan delante de su objetivo. Porque en sus ojos hay algo especial, porque sabe ver lo que los demás no vemos, pero sobre todo, porque sabe mirar.
Son muchas sus causas altruistas que, a golpe de clic en su cámara, quiere dar a conocer al mundo; su implicación en cualquier causa, por el mero hecho de ayudar, de que los mudos se hagan oír, de que los cojos puedan correr, de que los hambrientos sacien sus estómagos, es algo que me lleva a admirarle.
Hay algo en los ojos de Carlos que hacen que la vida sea mejor o, por lo menos, se vea de otro color. Unos ojos que miran y ven, que nos hacen darnos cuenta de que, al fin y al cabo, todos somos personas, con nuestras alegrías y nuestras penas, con nuestros triunfos y nuestros fracasos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.
Si algo tiene Carlos es esa dedicación a ver y hacernos ver, a mirar y hacernos mirar. Porque él sabe entrar en el fondo de las personas con su cámara y desnudarnos, sacando lo mejor que hay en todos nosotros.


Sería incapaz de ponerme en su lugar y, a través de esa lente, plasmar los sentimientos de las personas como sólo él sabe hacer.
Recuerdo que un día me dijo: "Pilar, eres la escritora de los sentimientos". Ha llegado el momento en que yo le diga a él: "Eres el fotógrafo de la vida, de los sentimientos y de la verdad".
Ojalá pudiera ver como ven tus ojos y mirar como mira tu corazón; pero Carlos sólo hay uno y, por azares de la vida, puedo enorgullecerme de ser su amiga.

CON TODO MI CARIÑO A CARLOS MIGLIACCIO

viernes, 9 de agosto de 2013

UN CEMENTERIO BLANCO Y VERDE

Ayer fue uno de esos días en que las hormigas pululan por el estómago y no sabes bien el porqué. Seguramente porque anticipaban lo que hoy va a suceder: el comienzo de las fiestas de San Lorenzo.
Un paseo por mi ciudad para ver el ambiente que ya se respira a albahaca, a blanco y verde, fue lo que hice; quizá porque tenía ganas de meterme de lleno en la alegría que da ver a las gentes de mi tierra sentir el amor a una ciudad pequeña, casi olvidada en los mapas, pero que lleva en su corazón la alegría de unos días en honor a nuestro conciudadano San Lorenzo.
Durante mi paseo, mis pasos se dirigieron hacia la Basílica de San Lorenzo. Soy poco dada a entrar en iglesias, pero algo me dijo que lo hiciera. Ahí estaba la imagen de Lorenzo, preparada para su paseo por las calles de Huesca. Recordé lo mucho que mis padres disfrutaban de las fiestas; su ropa blanca y verde, el ramito de albahaca colgando de la pañoleta y la alegría de ver a la familia unida. Lo único que se me ocurrió fue encender unas velas para que su luz, en recuerdo a papá y mamá, brillara al lado de la imagen de San Lorenzo, y llorar. 
Mi hermano ya habrá llevado esas pañoletas al cementerio y las habrá colocado, junto con la albahaca, en esa tumba en la que descansan los dos. Una tumba como todas las demás: blanca y verde; porque así somos aquí, porque nuestros seres queridos, que ya descansan, tienen su pañoleta y su ramo de albahaca; porque, aunque parezca mentira, impresiona ir a ese lugar, que no quiero mencionar, y ver como sólo hay verde: verde albahaca, verde pañoleta, verde esperanza...


Papá, mamá: FELIZ SAN LORENZO ahí donde estéis

domingo, 14 de julio de 2013

CARTA QUE NO SERÁ LEÍDA

Sr. Rajoy:
En primer lugar tengo la deferencia de tratarle de usted porque, desde pequeña me educaron y me enseñaron ciertas normas de conducta y respeto (¿sabe lo que es eso?).
Aparte del hecho de ser diferentes porque usted es hombre y yo mujer, algo evidente, existe un abismo entre nosotros dos que no es, precisamente, que usted esté bañado en la abundancia y yo pueda vivir dignamente con mi sueldo de profesora, pero sin permitirme excesos de ningún tipo.
Me puedo vanagloriar, si me comparo con usted, de ser una persona que se viste por los pies, que reconozco mis errores, los asumo y procuro enmendarlos.
Como le he dicho soy una simple profesora y mi trabajo consiste en AYUDAR a mis alumnos a sacar el curso y poder terminar una formación y unos estudios que, gracias a usted, les llevarán a otro país en busca de empleo. Poníéndome en su lugar y usted en el mio, creo que como profesor se limitaría a esperar el fin de mes para cobrar la nómina sin importarle lo que fuera de sus alumnos.
Quizá es que yo me implico demasiado en mi trabajo, pero es que es un trabajo vocacional, como debería ser el de usted: el mio de ayuda a los estudiantes, el suyo de ayuda a sus gobernados.
La gran diferencia que hay entre usted y yo es sencillamente la honradez.
Cuando decidí, hace ya más de 25 años, dedicarme al mundo de la docencia, comprendí que uno puede dormir tranquilo por las noches cuando ha hecho bien su trabajo; cuando ve la sonrisa de un niño porque ha conseguido entender las odiosas matemáticas; cuando sabe que ese alumno adolescente con la cabeza llena de pajaritos va a conseguir aprobar el examen.
¿Qué pensó usted cuando decidió dedicarse al mundo de la política? No. No me lo diga. El camino más corto para una vida amoral e indecente.Aunque claro, es mi punto de vista. El suyo, a base de tantas mentiras ha sido terminar por creerse que lo mal hecho está bien y lo pésimo está mejor.
No me cambio por usted. Sinceramente me da asco. Yo prefiero la honestidad, la verdad, dormir con tranquilidad y poder ir con la cabeza bien alta.
No soy juez y no puedo condenar, pero sí puedo señarlarle con el dedo y decirle que su labor como gobernante es nefasta y, si estuviera en mi lugar haciendo mi trabajo, ya estaría de patitas en la calle.
Nunca leerá esta carta, de eso estoy segura, pero por lo menos me queda el consuelo de que, aunque las comparaciones sean odiosas, entre usted y yo existe un abismo de moralidad en el que yo me encuentro en la cima y usted en el más profundo abismo.

jueves, 11 de julio de 2013

¿SABES PAPÁ?




¿Sabes papá? Me gustaba despertarme pronto en un día como hoy y ser la primera en felicitarte; aunque ya no viviera con vosotros me gustaba ganarle incluso a mamá y, cuando te llamaba, tú me decías: "Mi pequeña siempre la primera".
¿Sabes papá? Te sigo echando de menos a pesar de que ya hayan pasado dos años desde que te fuiste, a pesar de que ahora los recuerdos bonitos le van ganando la batalla a los tristes, a pesar de que la vida trae momentos de alegría.
¿Sabes papá? Me gustaba tanto este día; porque era TU día, porque me encantaba prepararte algún regalo hecho por mí. ¿Te acuerdas del marcador páginas bordado que te hice? Fue mi último regalo.
¿Sabes papá? Pocas personas, tan sólo las que realmente conocieron nuestra relación de padre e hija podrán entender el amor que nos teníamos; cómo no podíamos vivir el uno sin el otro. Y ahora me ha tocado tener que vivir sin ti. Pero tus recuerdos me acompañan todos los días, a todas horas.
¿Sabes papá? Es duro no poder llamarte por teléfono a primera hora de la mañana y cantarte el Cumpleaños Feliz, pero he mirado al cielo y en mi interior te lo he cantado.
Ahí donde estés: Muchas felicidades papá. Te quiero




miércoles, 3 de julio de 2013

POR SER VOS QUIEN SOIS

Leí el otro día que la hija de la escritora Lucía Etxeberría, con tan solo diez años, va a publicar su primer libro.
Ayer por la tarde,  cambiando de canales en la televisión, aparece la madre de Jesulín promocionando su libro.
Varios presentadores, algunos de programas, en mi modesta opinión, criticables, de contenidos vanos y dañinos para la salud mental, también están promocionando sus libros y, según parece, con éxitos de ventas.
No quiero crear ninguna controversia entre los que están a favor de leer estos libros y los que no. Cada uno es muy libre de leer lo que le dé la real gana.
Mi enfado, por llamarlo de alguna manera, es por aquellas personas que, por ser vos quien sois, tienen todas las puertas abiertas a la hora de emprender una aventura tan apasionante como es la de publicar un libro. Algo completamente distinto para aquellos que tienen que invertir dinero en editoriales de autopublicación y recurrir a amigos y conocidos para que alguien les ayude a promocionarlos, teniendo que ir puerta por puerta, librería por librería, para que alguien se quede con algún ejemplar y lo ponga a la venta.
No quiero con esto decir que las personas que antes he mencionado no estén capacitadas para escribir un libro, aunque puedo llegar a dudarlo. 
Quiero hacer una llamamiento a las editoriales impenetrables, a las que ofrecen sus servicios de autopublicación, para que tengan en  cuenta que un buen libro no es el que lleva un apellido conocido, sino aquel cuyo contenido nos hace vibrar y deja un poso en nuestro cerebro y en nuestro corazón.
Desde este pequeño rincón de mis sentimientos, toda mi fuerza y apoyo para mis amigos "facebookeros" que están intentando sacar adelante sus proyectos literarios y luchan contra las editoriales para poder ver su libro publicado y a la venta en los escaparates de las librerías.
Yo ya me he retirado de este mundo de luchas contra aquellos que me piden un dinero que no tengo para poder publicar; ahora mi interés se centra en leer lo que escriben los demás, algunos verdaderos escritores pero que tienen la mala suerte de no ser vos quien sois.


viernes, 28 de junio de 2013

PERSONAS

Soy heterosexual, y ¿qué?. Da la casualidad de que mi elección ha sido que me gusten los hombres y, en especial, mi pareja y a él, también hetero como yo, le gustan las mujeres y, especial, yo.
Cuando vamos por la calle nos gusta cogernos de la mano y caminar juntos, porque nuestras vidas van en la misma dirección. Si surge darnos un beso, lo hacemos, o nos damos una caricia en la cara.
Es raro, pero nadie dice nada; no nos miran de forma extraña, incluso a algunos les resulta romántico que tengamos esas muestras de cariño el uno hacia el otro.
A mis amig@s homosexuales les resulta natural que nos demostremos el amor que nos tenemos. Nunca nos han dicho que era un asco ver cómo nos besábamos, nos reíamos de nuestras confidencias, hacíamos planes para el futuro... siempre han respetado nuestra elección y nuestra forma de pensar; a quien amar y con quien querer el resto de nuestras vidas.
Resulta paradójico que a la hora de optar a un puesto de trabajo nunca me hayan preguntado con quién paseo de la mano. Incluso el otro día que acudí a una revisión médica, no me preguntaron si me gustaban los hombres o las mujeres y, por suerte, todos los análisis y pruebas salieron perfectos. Así que no tengo ninguna enfermedad rara porque me gusten los hombres ( me imagino que lo hubieran puesto en la lista de pruebas que me hicieron, si hiciera falta comprobarlo).
Mi elección ha sido esa y la de los demás me tiene sin cuidado. 
He encontrado a una PERSONA que me hace feliz, me quiere y me cuida y yo, como PERSONA, procuro hacer lo mismo: quererle, cuidarle y hacerle feliz. Sólo espero que esta relación que existe entre nosotros dure para siempre, porque me da paz, me da más alegrías que tristezas y me enriquece como persona.
Los temas de alcoba quedan para nosotros, porque es nuestra intimidad, nuestro mundo y nadie tiene derecho a meterse en él.
Espero que mis amig@s homosexuales no piensen que estoy enferma o que soy un bicho raro porque esté enamorada de un hombre, Sé que no lo harán, porque me quieren y me respetan, igual que yo a ell@s. Saben que todos sólo somos PERSONAS, para mí lo único importante.

lunes, 24 de junio de 2013

QUERIDA MARA

Dentro de pocos días vas a cumplir 10 años y sí, sigo con esa idea, que a ti te hace reír, de ponerte una piedra en la cabeza para que no crezcas más.
Quizá sea ese sentimiento que tenemos las madres de ser gallinas y tener siempre a los polluelos a nuestro lado, pero te veo ya tan mayor que quisiera detener el tiempo, pero debes seguir, continuar tu camino y crecer como hasta ahora: feliz.
Hace poco que, en nuestra primera noche juntas, te cantaba "Soniando", esa nana en aragonés que, de vez en cuando, aún me pides que te cante, sea la hora que sea.
Ser tu madre es lo más maravilloso que me ha dado esta vida. Imagino que todas dirán lo mismo, pero sólo tú y yo sabemos realmente lo que hay entre nosotras, lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo y lo que espero que nos quede por vivir.
Eres una niña dulce, con un corazón tan grande que sufro por el daño que te puedan hacer como no se te endurezca. La vida te enseñará a saber decir no, a no llorar por los desprecios de los demás, a aprender a defenderte, porque tú puedes Mara, porque el tiempo te traerá cosas buenas y malas y yo seguiré intentando enseñarte a ganar y a perder, a reír y a llorar, pero siempre a continuar.
Sólo alguien como tú es capaz de abrazarme cuando me ves triste porque los yayos ya no están y decirme "no llores chiquitina" y darme besos y caricias hasta que mis lágrimas se convierten en sonrisas. Sólo alguien como tú es capaz de coger su paga y dársela a una persona que pide en la calle y decir: "es que lo necesita" y continuar como si nada.
Sabes que mamá nunca será tu amiga, siempre será mamá, la persona que SIEMPRE estará ahí para cuando la necesites, la que se reirá con tus comentarios y tus juegos, la que sufrirá por tu dolor, la que te explicará tus dudas, la que te gritará cuando te portes mal y te alabará cuando lo hagas bien.
Mara, eres lo mejor que me ha pasado y quiero que seas feliz y buena persona, lo demás la vida y el destino lo dirán. Mientras tanto recuerda que, como dice la canción, "tu madri con goyo te acuna y mima".

http://youtu.be/vfITxFTZclM

 Diz que cuando la luna brila en lo cielo, lo sol ya se'n ye íu, que ha muito suenio. Amonico, amonico, zarra ixos güellos que yes, nirna, lo sol que yo más quiero. Ya acucuta la luna en lo aposento y dice que t'aduermas, que no hayas miedo. Y soniando tú chugas con un lucero implindo d'alegría lo firmamento. ¡Aduerme, nirna, que tu madrí con goyo te acuna y mima!.

domingo, 19 de mayo de 2013

LA ÉPOCA DEL YO


No es que quiera pasar por alto los problemas que a la mayoría de personas de este país nos preocupan cada día, pero creo que tras el paro, los desahucios, la corrupción, etc, se esconden muchas más cosas.
De un tiempo a esta parte he ido observando como todos nos estamos deshumanizando y, en ese todos, me incluyo yo también.
Los problemas de los demás son eso, problemas ajenos que podemos comprender e incluso sentir cierta lástima, pero rápidamente pasamos a centrarnos en lo que realmente nos importa: yo.
Durante un tiempo hemos estado luchando contra las injusticias que nos rodean, hemos gritado, nos hemos enfrentado a todo y a todos por intentar que las cosas mejorasen, pero visto que no hay ningún cambio en perspectiva, hemos pasado a olvidarnos de que vivimos en una sociedad, en un conjunto de personas, y únicamente nos centramos en nosotros.
Ya no existe la solidaridad. Ya nadie quiere saber de los problemas ajenos porque bastante tiene con los propios. Ya nadie quiere involucrarse en acciones altruistas porque encuentra la callada por respuesta y las personas que nos rodean se tornan ojos que no ven, oídos que no oyen y espaldas despectivas.
La tan consabida ayuda al prójimo ha desaparecido y se ha transformado en ayudarse a sí mismo y olvidar que hay personas que se encuentran en situaciones peores, pero ¡qué más da!, no es mí problema.
Da miedo pensar hasta qué punto de deshumanización hemos llegado: si vemos a alguien pidiendo en la calle ni nos molestamos en mirar, porque lo vemos, pero no lo miramos; si hay iniciativas altruistas respondemos con un simple clic al “me gusta” del ordenador y nos damos por satisfechos; si vemos a algún conocido que está sin trabajo, cruzamos de acera para no “tener que aguantar” su situación y rogamos por no encontrarnos en su lugar.
Las personas han desaparecido. Somos simples animales solitarios que luchan por sobrevivir en esta jungla de vida y que sólo conocen una palabra: yo.

sábado, 11 de mayo de 2013

DE VERGÜENZA. ISTA YE A MIA FABLA

Resulta vergonzoso y sumamente ridículo que en ésta que "ye a mia tierra", los políticos, en lugar de preocuparse por la situación en la que nos encontramos, los ya consabidos paro, recortes, desahucios, etc, se dediquen a la solemne tontería de cambiar el nombre de las lenguas que hablamos.
Recuerdo mis años de universidad, ya lejanos, en los que mis profesores de lengua española, todos ellos catedráticos, nos enseñaban que en Aragón se habla el español, la fabla y el chapurriaú.
Ahora resulta que cuatro politicastros de tres al cuarto saben más que esos catedráticos que me enseñaron a hablar correctamente el español y consiguieron que todos distinguiéramos entre una lengua y un dialecto (cosa que seguramente ellos no tendrán ni idea).
Si mi querido profesor de latín levantara la cabeza, probablemente volvería a la tumba al ver el ridículo que hacen estas personas. Sus clases sobre la evolución del latín hasta llegar al español y a la fabla eran geniales, y nunca olvidaré cómo nos repetía que en el siglo  XVII se produjo la palatalización; de la h en español pero no en fabla y, por eso, nosotros seguimos fablando, comiendo farinetas y y terminando fartos de comer.
En mi casa toda la vida se ha hablado el español, y siempre hemos empleado palabras de fabla: así escobamos y lo recogemos con el badil, fregamos con el agua en un pozal, mi hija lleva en el estuche un tajador y yo le carraño si le pega un empentón a algún amigo.
No me voy a alargar en algo que todos los que viven en mi tierra ya conocen, porque es nuestra vida, nuestro idioma.
Me siento ridícula viendo cómo se pierde el tiempo en las Cortes de Aragón discutiendo sobre temas sin importancia que no van a llegar a ningún sitio, puesto que todos seguiremos empleando la palabra fabla para referirnos a la lengua del norte de nuestra tierra, al español como a la lengua común de todos y al chapurriaú como al dialecto que se habla en la franja.
Lo que realmente me resulta vergonzoso es lo que sus señorías habrán cobrado por estar discutiendo sobre este tema y no ocuparse de lo que realmente es importante en estos momentos en Aragón. Ni me planteo el porqué lo hacen: es evidente que todos ellos cobran lo suficiente como para llegar a fin de mes y de algún modo tienen que justificar su condición de diputados.
Vayansé a su casa si no saben hacer otra cosa más que discutir sobre lo que los catedráticos de universidad afirman, personas realmente preparadas para ello y no ustedes, señores políticos de mi tierra, que necesitan tener el papel delante hasta para dar los buenos días leyéndolo.
Si me he atrevido a escribir sobre este tema es por mi condición de filóloga, por el hecho de que mi padre naciera en la franja y porque, sinceramente, me siento avergonzada de los políticos que dicen representarme.

jueves, 2 de mayo de 2013

LA SOLEDAD DE UN PARADO

1 de mayo. Manifestación. No hay más de mil personas. Y ahí, entre medio de esa pequeña muchedumbre que grita por sus ideales, que protesta, que reclama, ahí en medio me lo encontré.
Estaba solo. De su boca no salían gritos. Ninguna protesta, ninguna indignación.
Nos saludamos y lo único que me dijo fue: "¡Qué día más triste!".
Comprendí sus palabras. Yo tengo la suerte de tener un trabajo, de poder acudir cada día a mi rutina y salir de un infierno que se alarga años y años y no tiene ninguna perspectiva de solución.
Hablamos durante un rato. Procuré sacar temas sin importancia y encontrar en mi cabeza alguna que otra tontería con la esperanza de que sus labios esbozaran una sonrisa. Ardua tarea.
Nos volvimos a ver por la tarde. Creo que los amigos están para eso. Después de un rato de conversación sobre temas sin importancia, por fin exclamó: "Qué solo me he sentido hoy".
Estaba convencido de que nadie iba a ir a esa manifestación a darle un puesto de trabajo; que no habría nadie que le ayudara a encontrar rápidamente un sitio en el que escapar de su infierno, pero confiaba en que fueran muchas las personas que hubieran salido a protestar  por lo que él y no sólo él, sino más de seis millones de personas de este país están viviendo.
Llegar a fin de mes o no ya no importaba. Poder salir o no a tomar algo a algún bar tampoco. Lo que realmente importaba era la soledad con la que se había encontrado. Ver que a la mayoría de las personas les daba exactamente igual el gran problema que nos rodea. Saber que pocas entienden la desesperación de sentirse aislado en un mundo en el que la comunicación une, pero también separa. Saber que no existe un apoyo moral a una situación insostenible que te va mermando y te hunde como persona.
Poco puedo hacer yo por ayudarle. No tengo para darle un trabajo; pero sabe que puede contar conmigo en esos momentos en que la soledad y la frustración se hagan más y más grandes.
Espero que tomemos conciencia de que un parado es, ante todo, una persona con sentimientos, con inquietudes, con ganas de vivir, con una alegría perdida que quizá un día no muy lejano vuelva a encontrar.
Mientras tanto, seamos ese hombro en el que apoyarse y démosle unos minutos de comprensión, de sonrisa y, sobre todo, de solidaridad en su tristeza y en su soledad.

miércoles, 17 de abril de 2013

TAN CANSADA Y TAN HARTA

Tengo la suerte de tener un trabajo que, además, me gusta. Pero ya estoy muy cansada y muy harta.
Este es el país del botijo y la pandereta y, entre todos, estamos dejando que sea así.
No sé ni por donde empezar. Me vienen a la mente los amig@s que tengo en el paro y que viven con una ayuda mínima. Amig@s a los que no puedo ayudar porque tengo una hipoteca que pagar y una hija a la que dar de comer. Mi pareja y yo podemos vivir con cualquier cosa. Mi única consuelo es invitar a mis amigos a mi casa y ofrecerles  lo poco que tengo y procurar pasar un rato olvidando todo aquello que nos quita el sueño.
Un paquete de cromos para mi hija supone un gasto extraordinario, sí señores, un euro es un gasto extraordinario, porque equivale a una bandeja de salchichas para comer.
Estoy harta de políticos corruptos, millonarios de tres al cuarto que se ríen en nuestra cara diciendo que la situación está mejorando; será la de ellos, porque la mía sigue exactamente igual: esperando que llegue una buena racha y poder pagarle al banco lo que le debo.
Vuelvo a repetir que tengo la suerte de tener un trabajo que me hace sentir útil y proporciona dinero para vivir. Y con todo ello, tengo que aguantarme y ver la cantidad de sinvergüenzas que proliferan en este país con cuentas en paraisos fiscales, con sueldos de cifras que no sé ni escribir y con una falta de humanidad y moralidad que hace que me plantee hasta qué punto estoy contribuyendo con mi actitud a que las cosas sigan así.
No sé si existirán políticos honrados o no; si las personas que tienen dinero tendrán también corazón; pero mi experiencia me dice que no.
Metida como estoy en un proyecto solidario para ayudar a los niños de mi ciudad para que tengan un desayuno digno, he visto como, tras enviar mensajes pidiendo un poco de solidaridad, sólo han respondido aquellas personas que se encuentran en la misma situación que yo e incluso peor.
Ya no soporto ni ver las noticias: la casa real corrompida hasta extremos inimaginables, los políticos riéndose de aquellos que no tienen un techo, de los que tienen que irse a otros países en busca de una vida digna, mientras ellos llenan y llenan sus bolsillos.
Famosillos de poca monta que hacen el agosto con trapicheos para luego proclamar a los cuatro vientos su inocencia y pedir una protección que pagamos entre todos.
Nadie en este país conseguirá nunca que las cosas mejoren, ( si hasta las víctimas del terrorismo están en decenas de organizaciones). No somos capaces de unirnos para luchar contra aquello que, lentamente, nos está matando y está arruinando las pocas esperanzas que, a veces, creemos tener en un futuro mejor.
Doy gracias por el trabajo que tengo, ya no por tener un sueldo, sino porque mi cabeza permanece ocupada en otras cosas y no tiene pensamientos extraños y peligrosos como les ocurre a muchos de los parados o desahuciados que conozco.
El día que todos consigamos unirnos como los "poderosos" ese día conseguiremos algo y pasaremos a poder manejar este país que, lenta y pausadamente, nos está llevando al abismo.

lunes, 11 de febrero de 2013

MI REFUGIO


Sentada delante de la pantalla de mi ordenador, e intentando escribir alguna cosa coherente, miro por la ventana y veo esa calle que me ha traído a la cabeza tantas historias que he escrito y publicado y que, en estos momentos, han desaparecido por arte de magia.
Todo ha cambiado. Todo lo veo distinto. Las personas que pasan siguen siendo las mismas, pero yo las veo con otros ojos.
Los niños siguen yendo al colegio con sus mochilas llenas de sueños, pero probablemente algunos de ellos irán con el estómago vacío porque no hay nada en su casa para poder desayunar y esperarán, ya no la hora del recreo para jugar, sino la hora de comer para tener algo que echarse al estómago.
Los adultos pasan de uno en uno, algunos mirando al suelo, otros a un horizonte perdido y los menos a su puesto de trabajo, ese bien preciado que algunos tenemos la suerte de poseer y suspiramos porque dure mucho tiempo.
Desde este refugio que es mi ordenador, sigo leyendo las protestas de las personas por la situación en que nos encontramos; protestas individuales llenas de hartazgo. Sigo leyendo la tristeza de aquellos que no tienen un trabajo y sobreviven, porque vivir es algo difícil en estos tiempos, pero siguen conectados a esas redes sociales que les hacen compañía y en donde encuentran alguna palabra amable, algún chiste que les hace esbozar una sonrisa, algún comentario que les aparta, por unos instantes, de la cruda realidad que les rodea.
Todo ha cambiado tanto que me es difícil reconocer la visión que tenía de personas que disfrutaban de la vida, que sonreían al futuro, que querían creer en un mundo mejor.
La realidad me demuestra todo lo contrario: sólo hay palabras, y en muchas ocasiones, las palabras no sirven de consuelo.
Da miedo cerrar esta pantalla y lanzarse a la calle a contemplar cómo todo va cayendo, cómo no hay sonrisas, cómo no hay hechos, cómo se ha implantado la ley de la selva y el más fuerte gana, siendo todos los demás testigos impasibles de este caos.
Soy una persona que lucha por aquello en lo que cree, que busca la felicidad propia y ajena, pero todo lo que veo a mi alrededor, hace que me refugie en este teclado e intente encontrar en mi mente palabras que desaparecieron y hechos que no tuvieron respuesta.

miércoles, 17 de octubre de 2012

PRÓLOGO de "CONFESIONES DE UNA BRUJA"




Cuando me desperté aquella mañana no recordaba para qué me había puesto el despertador, siendo como estaba de vacaciones. Al poco caí en la cuenta: había quedado con una bruja.
Parecerá cosa de niños, pero realmente tenía una cita con Conchy, una bruja de esta época.
Tras los rituales de ducha, vestirme, desayuno, etc, salí a la calle pensando en cómo sería. Solamente habíamos hablado a través de una red social, pero ahora el encuentro iba a ser cara a cara.
Tengo que decir que iba un poco nerviosa: ciertamente se crea o no en estos temas, impone saber que te vas a enfrentar con alguien que tiene un “algo” especial.
Nos dimos dos besos y nos sentamos a tomar un café.
Me sentí muy a gusto, como si nos hubiéramos conocido de toda la vida; había algo en ella que trasmitía paz, tranquilidad, un deseo de cogerle la mano y que aquella serenidad se contagiara.
Siempre miro a los ojos de las personas con las que hablo y, esa mañana, no iba a hacer una excepción. Conchy tiene una mirada profunda, de las que te hacen pensar que te están desnudando el alma, pero que a la vez te dice: “no te preocupes, calma”.
Comenzamos a plantearnos cómo podríamos escribir este libro. Yo, le había llevado los otros dos libros que tenía publicados de relatos cortos y, ambas, llegamos a la conclusión de que así sería la mejor forma de hacerlo: escribir pequeños relatos sobre las historias que le habían sucedido e intentar con ello dar un poco de esperanza a las personas; de ayudarles a buscar la respuesta a sus preguntas, el camino a la resolución de sus problemas, el aprender a disfrutar del hoy y del ahora, el ser personas, con todo lo que conlleva, pero intentando ver lo positivo de la vida.
Decidimos levantarnos y cambiar de lugar, Conchy iba a echarme las cartas y no queríamos que fuera en una terraza de la calle, así que fuimos a un bar más acogedor, más íntimo.
Conchy me dijo que mi padre, fallecido hacía un año, me había dado algo para que se lo guardara y que yo lo llevaba. Iba a responderle cuando añadió que, años antes, me había regalado otra cosa igual y también la llevaba. ¿Quién, excepto mi marido, mi padre y mi madre sabían que mi padre al ingresar en el hospital donde falleció me dio su alianza y me dijo que se la guardara? ¿Quién, excepto ellos tres sabían que años antes, con oro de unas muelas que se le habían caído a mi padre me hice una alianza? ¿Quién, excepto ellos tres, sabían que nunca me quitaba esos anillos y que siempre me acompañaban?.
No quiero decir con esto que me haya convertido en una ferviente seguidora de estas artes , pero sí que creo que Conchy tiene “algo” que, a partir del día en que nos conocimos, hizo despertar en mí la tranquilidad y la paz que llevaba tanto tiempo buscando.
Nuestra conversación duró más y más tiempo y fueron varios los encuentros que tuvimos para poder elaborar este libro.
En él, soy una mera redactora de lo que Conchy me ha contado, de sus experiencias, de sus encuentros con otras personas, de sus anhelos, de sus ganas de dar amor sin recibir nada a cambio, de su facilidad para trasmitir tranquilidad, de su visión de la vida como un camino que nosotros mismos nos marcamos con nuestra actitud; esa actitud para ella siempre positiva a pesar de su enfermedad; esa actitud que le hace buscar el bien en los demás y ser feliz con ello.
Los relatos que componen este libro carecen del nombre de sus protagonistas, puesto que son personas que aún viven y que, probablemente prefieran permanecer en el anonimato y, aunque así no fuera, quiero preservar la intimidad de todo el mundo y ante todo, sus creencias y su relación con Conchy.
Si algo he aprendido tras escribir este libro, ha sido encontrar la felicidad en mí misma y en las cosas simples que nos rodean, ver y no mirar con ojos positivos la realidad que me rodea y dejar atrás un pasado algo difícil para vivir un presente feliz que me llevará a un futuro dichoso.
Aquí comienzan las “Confesiones de una bruja” con el único empeño de mostrar lo que una sola persona, Conchy, hace para intentar conseguir que todos tengamos una vida mejor y alcancemos nuestros sueños y metas. De cada uno dependerá ya creer o no creer lo que en este libro se relata.

PILAR LACHÉN, filóloga  y escritora

jueves, 11 de octubre de 2012

ME LLAMO PILAR

Me llamo Pilar porque mi padre así lo quiso; porque esperó y esperó hasta que su cuarto hijo fue una chica y le pudo poner ese nombre que tanto le gustaba. Ese nombre de la tierra que amó durante toda su vida: Aragón; ese nombre que suena contundente, que indica fuerza.
Un nombre masculino para una mujer.
Un pilar de una casa sustenta y soporta el peso de todo y se mantiene firme; sin él, todo se iría abajo.
Yo procuro ser ese pilar fuerte, el que aguanta lo bueno y lo malo; el que sufre porque le sale alguna grieta, pero resiste; el pilar sobre el que mi hija descarga sus penas, mi marido sus preocupaciones,...
Pero también soy esa Pilar mujer que necesita una caricia, una palabra bonita, un beso robado.
Un nombre no indica nada; somos muchas las que nos llamamos así; pero en recuerdo a la persona que lo decidió y a la que amé hasta el día de su muerte y seguiré amando mientras respire, seguiré luchando cada día por ser el pilar que sostiene la casa y siempre con una sonrisa en los labios.

domingo, 16 de septiembre de 2012

DEMOSTRANDO HUMANIDAD




En estos días se produce la vuelta a la llamada “normalidad”: los niños al colegio, los adolescentes al instituto y los adultos al trabajo.
Soy de las personas que tienen suerte y tengo un trabajo.
En estos días no he escuchado a nadie protestar por tener que volver al trabajo, algo que era habitual otros años. Este año sólo se escuchan frases de tipo: “mañana a la rutina”, “volvemos a empezar”, etc.
Creo que todos estamos demostrando la humanidad que llevamos dentro, al darnos cuenta de lo afortunados que somos y que podemos dejar atrás los días de asueto y descanso porque nos espera reincorporarnos a nuestros puestos de trabajo, frente a tantos miles  de personas que hay en nuestra ciudad, muchos de ellos conocidos, amigos e incluso familiares, que no tienen que reincorporarse a nada.
Todos somos conscientes del gran problema que eso supone, no sólo en la economía de las familias, sino en la salud mental de aquellos que no tienen un puesto de trabajo.
Mi más sincera enhorabuena a los que no protestan por volver a trabajar, a los que han sonreído en su primer día de vuelta a la normalidad, a los que se han dado cuenta de que son afortunados, a los que han demostrado humanidad.

lunes, 10 de septiembre de 2012

PREPARANDO LA VUELTA AL COLE




Ya ha llegado el día en que los pequeños vuelven a reencontrarse con sus compañeros, en el que las aulas se vuelven a llenar de gritos y risas hasta que alguien pone orden.
Probablemente a muchos les habrá costado dormirse y en sus estómagos estará ese cosquilleo de saber si volverá a estar con sus compañeros del año pasado, con quién se sentará, cómo serán los libros…
Pero no es un año como los demás; muchos no podrán lucir con orgullo la mochila, el estuche, las pinturas, todo nuevo; habrá que volver a llevar las del año pasado; pero en su vocabulario sí que  habrá una palabra nueva: crisis, esa que los mayores repetimos tantas y tantas veces y que ellos ya han aprendido y, lo peor de todo, han comprendido. Niños que preguntan a sus padres si son pobres, niños que lloran porque quieren ser como los demás y poder estrenar su material escolar en un día tan especial, niños crueles (como son los niños) que se ríen de los que llevan lo mismo del año pasado.
En nuestras manos como padres está el que esos niños que no pueden “estrenar”, que no llevan libros nuevos porque esperan que en el colegio se los presten, que tienen las pinturas a medio usar, no se sientan cruelmente desplazados de los otros.
Debemos, como padres, sentarnos con nuestros hijos y explicarles que no todo el mundo puede, que una pintura nueva no tiene importancia, que lo verdaderamente importante es volver a ver a sus compañeros y comenzar una nueva etapa de aprendizaje, sin distinciones, sin risas crueles, todos juntos para aprender un poquito más.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

TENGO MIEDO

No entiendo nada de la prima de riesgo, de la compra de deuda, etc,. Puede ser porque sea de letras o porque mis problemas se limitan al día a día y a vivir la realidad que se toca con las manos.
En mi calle, como por arte de una magia negra, todos los establecimientos comerciales tienen a una persona en la entrada, sentada, con un cartel pidiendo dinero o comida; y no son inmigrantes (con los mismos derechos que todos, eso ante todo), son personas de mi país.
Tengo miedo del día en que vea una cara conocida y no pueda darle nada, porque cada céntimo cuenta, porque ahí donde están ellos esperando a que yo les dé algo, mis compras se limitan a pollo, pavo, leche, arroz, pasta, ..., los productos básicos que necesitamos para comer y seguir viviendo.
Tengo miedo del día en que esas personas se cansen de pedir y no recibir y entonces decidan entrar a robar en dichos establecimientos, porque yo también lo haría, porque no podría ver cómo mi hija pasa hambre. No tendría ninguna duda, lo haría.
Tengo miedo del día en que todo esto estalle; cuando las personas que ya no tienen nada, las que no pueden trabajar, y lo confirmo NO PUEDEN, porque querer, todos queremos hacerlo, cuando esas personas se lancen a las calles para intentar conseguir un trozo de pan que llevar a la boca de sus hijos. Puede ser una exageración, pero casi te hace rememorar las películas del oeste en las que el más fuerte gana, y todo a través de la violencia.
Tengo miedo del día en que realmente todos nos unamos contra esos dirigentes de nuestro país, contra esa oposición que calla y, por lo tanto, otorga, contra los banqueros, contra todos los que siguen cobrando sueldos astronómicos y no se quieren bajar de la poltrona, ni ceder un ápice para que los españoles tengamos una vida digna. Y no digo los españoles de a pie, porque de a pie somos todos: ellos y nosotros.
Tengo miedo de que mi hija vuelva al colegio y se encuentre con que no hay profesores para enseñarle lo que le corresponde aprender a su edad, de que algún niño "mayor" le quite el bocadillo o algo de ropa, porque no tiene; y en parte podría comprenderlo.
Sencillamente, tengo miedo de lo que se nos viene encima.

viernes, 31 de agosto de 2012

¿LA HUMANIDAD DE LOS TONTOS?

Viendo lo que ocurre a mi alrededor, en mi país, no me queda más remedio que pensar que sólo tienen humanidad aquellos que son o somos tontos.
Nos tenemos que apretar el cinturón, o eso nos dicen, para conseguir salir del desastre económico en el que unos caraduras nos han metido y nos dicen que tengamos "humanidad" con aquellos que no pueden llegar a fin de mes y, en cada vez más casos, a principio de mes. Y como personas de bien y con ciertos principios morales, que creo aún quedan en las personas de a pie, lo hacemos; y ayudamos, y apretamos esa correa que nos ahoga cada vez más procurando echar una mano al de al lado, mientras los que están arriba y nadan en la abundancia de la mentira y el engaño constante, siguen con los bolsillos llenos, presumiendo de lo que ellos llaman "humanidad".
Tenemos que .soportar ver cómo a un elemento, porque no tiene, por lo menos para mí, la calificación de persona, sale de la cárcel por "humanidad", porque está enfermo. ¿Es esa la misma humanidad que él tuvo con las tres personas que asesinó y con las dos que retuvo durante días y más días?
¿Acaso tengo que volverme un ser sin moral, sin ningún principio y machacar al que tengo al lado para poder sobrevivir , para no llorar porque no llego a fin de mes, para que todo me vaya bien y le pueda dar a mi hija un futuro o un presente cada vez más negro?
Podría seguir y seguir, pero cada uno bastante tenemos con el día a día y sus problemas. Siempre me queda la tranquilidad de que me puedo ir a dormir con la conciencia limpia, porque creo que sí que entiendo lo que es la "humanidad", y pensarán de mí que soy tonta, pero nunca me tendrán que dar lecciones de moralidad o de lo que es vivir en sociedad.

viernes, 3 de agosto de 2012

LA MAÑANA



Ya casi podemos tocar con los dedos la mañana del día de San Lorenzo, la del 10 de agosto, la que nos vestimos de blanco inmaculado y verde.
Hay pocas mañanas bonitas en el año, pero para los que somos o nos sentimos oscenses, ésta es la más maravillosa de todas.
El olor a albahaca, la música de los danzantes, la alegría en los rostros y alguna que otra lágrima que resbala por nuestra mejilla y que intentamos ocultar tras las gafas de sol.
Mañana de reencuentros con aquellos que hace tiempo que no veíamos; mañana de ver la procesión “donde siempre” y después ir a tomar un café; mañana de mover los pies al ritmo de los dances de nuestra ciudad; mañana de echar de menos a aquellos que ya se han ido de nuestro lado.
Cierro los ojos y veo pasar a papá con la Cofradía de Caballeros de San Lorenzo; camisa blanca, pañoleta al cuello y una sonrisa que iluminaba todo. Mamá, a mi lado, lo observaba orgullosa, vestida con los colores de nuestras fiestas, dichosa de tener a todos sus hijos y nietos junto a ellos en esa mañana tan especial.
Este año pasarán mis sobrinas con la Cofradía acompañando a San Lorenzo, y mis hermanos y yo, junto con los demás pequeños de la casa, volveremos a cerrar los ojos y sabremos que ahí donde estáis ahora, seguiréis sonriendo y diciéndonos: “No hay mañana más bonita que la del día de San Lorenzo”.

lunes, 2 de julio de 2012

ES-PA-ÑA

Llegas a casa tras ver como la selección española de fútbol gana la Eurocopa y comienzas a plantearte un sinfín de cosas. 
Mientras dura el partido todo son gritos de "España, España", sí, ese país al que pertenecemos, ése que está completamente roto, ése dividido en comunidades que nos separan, ése en que uno realmente se plantea ¿qué coño estamos haciendo los ciudadanos de a pie?.
Críticas a los jugadores de fútbol por el dinero que se van a embolsar por ganar, pero ¿quién los critica por lo que ganan cuando juegan en nuestro equipo?, sinceramente es una vergüenza en ambos casos. 
Críticas a los "representantes gubernamentales" porque van a ver el partido, aunque casi es mejor que estén ahí que no con su labor de seguir destrozando el país.
¿En qué país vivimos?
Somos incapaces de ponernos de acuerdo en nada para solucionar los problemas. Si  nos manifestamos por cualquier motivo, con total seguridad habrá varias manifestaciones paralelas; pero si hasta la banda terrorista  ETA era una, unida y las asociaciones de víctimas de sus asesinatos son varias y siempre en desacuerdo.
Si en las instituciones que nos representan hay que poner intérpretes para personas que saben hablar perfectamente la lengua de Cervantes pero no les sale de sus nobles partes hacerlo y seguimos derrochando dinero; si nos sentamos delante de la tele a ver y escuchar las miserias de famosillos de tres al cuarto que cobran lo que la mayoría no ganamos en un año de trabajo y luego comentamos con los demás la vergüenza de que existan programas así; si tenemos memoria de pez y en dos minutos se nos ha olvidado aquello por lo que habíamos protestado tanto el día de antes.
Surgieron movimientos ciudadanos, esos que parecían que iban a hacer que de una vez por todas nos uniéramos y lucháramos todos juntos contra toda la corrupción, la injusticia y la podedumbre de este país (recordemos las manifestaciones tras el asesinato de Miguel Angel Blanco, el 15M, etc).¿Cuánto duraron?.
No somos capaces de unirnos por nada ni por nadie. Protestamos, nos quejamos, pero siempre por separado y mientras no consigamos unirnos, no conseguiremos absolutamente nada y nos seguirán toreando, nos tomarán el pelo y nosotros seguiremos yendo cada uno por nuestro lado intentando conseguir lo mismo que quiere el que está protestando, al igual que nosotros, pero en la calle de al lado. Esto seguirá siendo un país llamado ES-PA-ÑA y mientras los de a pie no hagamos algo por quitar los guiones que lo separan lo tenemos bastante difícil.

miércoles, 27 de junio de 2012

ROJA

Soy oscense, aragonesa y española, por este orden, pero sin llegar a extremismos. Amo mi tierra, ésa que hace años fue Reino de Aragón y que actualmente es "algo" olvidado entre el País Vasco y Cataluña. Me emociono al llegar las fiestas de San Lorenzo, reivindico el "Canto a la Libertad" del genial Labordeta como himno de Aragón, pero a la vez soy española, con todos sus pros y todos sus contras.
Estoy cansada de injusticias, de corrupciones, de un país, mi país, que se está yendo al garete a pasos agigantados. Se me revuelve el estómago con las noticias que se oyen cada día,  con la ya tan veces nombrada crisis que todos sufrimos y con los caraduras que sacan tajada de todo esto.
Pero es mi país, en el que me tocó nacer, ése que todos echamos de menos cuando estamos en el extranjero (o cuando podíamos ir), ése que decimos de botijo y pandereta. Me gusta la alegría de sus gentes, la cultura de la calle y de las relaciones con los demás, ése de diversidades culturales que, en lugar de enriquecernos  nos separa, ése que se une ante acontecimientos deportivos y se separa para salir adelante, ése en el que se reniega de su bandera y de su himno, un himno que muchos tararearemos hoy antes de comenzar el partido de fútbol.
Estamos en los días de "la roja" y roja debería ser nuestra sangre para luchar contra tanta corrupción, contra tanta tomadura de pelo. Pero lamentablemente, la roja son sólo once jugadores de fútbol que consiguen unir a un país y no la sangre que, ardiendo por nuestras venas, debería unirnos para luchar contra todos aquellos que quieren destruirlo.
No soy amiga del fútbol, pero hoy me vestiré de rojo y me iré a disfrutar de noventa minutos durante los cuales olvidaré que tengo problemas, que hay crisis, que hay caraduras, que hay extremismos y que JUNTOS podríamos hacer por nuestro país (nos guste o no pertenecer a él) muchas más cosas de las que hacemos, porque protestar lo hacemos muy bien, pero unirnos es una asignatura pendiente.

lunes, 25 de junio de 2012

HÉROES DE CARNE Y HUESO



Pocas cosas en esta vida son tan difíciles como ser padres. Cuando nuestros hijos son bebés o tienen pocos años de vida es fácil alimentarlos, cuidarlos cuando están enfermos, jugar con ellos,…, pero pasan los años y esos pequeños enanos crecen y comienzan a preguntar, comienzan a enfrentarse con un mundo, algunas veces cruel, que les enseña que no todo es alegría y risas, que, de vez en cuando, llegan bofetadas que nadie espera y que, en sus aún pequeñas cabezas, no tienen respuesta.
Entonces recurren a nosotros y simplemente nos dicen “¿por qué?”. ¿Quién es capaz de decirles que, superados los cuarenta nos seguimos haciendo la misma pregunta?.
Siempre había creído que el punto principal en la educación de un hijo es no desautorizar a su padre o a su madre; pero esas pequeñas cabecitas no paran de funcionar y lloran intentando comprender las injusticias de la vida, buscando en nosotros la solución a todos sus problemas, la garantía de que papá y mamá lo pueden arreglar todo.
No hay mayor dolor para un padre o una madre que el sufrimiento de un hijo, y de ese dolor se sacan las fuerzas, creces hasta convertirte en un gigante y le dices a tu hijo que luche, que se enfrente a los problemas, que la vida es difícil, que el dolor existe, y él te mira con cara de incomprensión: sus papás no tienen la solución para todo. Y es entonces, cuando ves ese rostro desamparado, incrédulo, cuando salen las palabras del corazón y dices: “Papá y mamá siempre estarán contigo y te apoyarán, te querrán, te levantarán cuando te caigas y te enseñarán a hacerte mayor”. En ese momento tu hijo sonríe, vuelves a ser su héroe o su heroína, a tener el remedio a todos sus problemas, a pesar de que, por dentro, sabes que no es así y que sus héroes son de carne y hueso y también lloran y se preguntan ¿por qué?

lunes, 18 de junio de 2012

CINCO SENTIDOS



Los niños en el colegio aprenden los cinco sentidos y para lo que se emplea cada uno.
Los adultos nos hacemos selectivos y los empleamos a nuestro antojo.
Vemos lo que queremos ver, todo aquello que no nos es agradable a nuestros ojos lo apartamos de un plumazo, con un efectivo giro de cuello o con un rápido movimiento en nuestras manos que nos colocan las gafas de sol.
Escuchamos las palabras agradables y nos ponemos unos tapones imaginarios en nuestras orejas para no escuchar a aquellos que nos buscan, a aquellos que realmente necesitan ser escuchados.
Olemos los perfumes, las flores, el aire fresco de una tormenta, pero huimos del olor a podredumbre de la sociedad que nos rodea, ésa cada vez más corrompida y putrefacta.
Saboreamos los alimentos que nos gustan, el sabor de un beso de amor y nos alejamos de lo que pueda dejar en nuestros labios un amargo gusto a infelicidad.
Tocamos los cuerpos hermosos, las obras increíbles que la naturaleza pone a nuestros pies y nos guardamos las manos en los bolsillos ante todo lo que resulte áspero a nuestro tacto.
¿Alguna vez hemos pensado que podemos ser nosotros los que estemos al otro lado y necesitemos todos y cada uno de los cinco sentidos de otra persona?
Si de niños nos enseñaron, de adultos no olvidemos. El sexto sentido que todos tenemos de ser humanos, de ser personas, es el que debe prevalecer por encima de los otros cinco y demostrar y, a la vez, demostrarnos, que no somos insensibles, porque ante el dolor, la soledad, la miseria, la tristeza y la amargura de las personas todos nuestros sentidos se han de poner en marcha y reaccionar. Todos hemos necesitado alguna vez de los demás y algunos seguimos necesitando. Somos personas: vemos, oímos, olemos, saboreamos y tocamos, pero ante todo, sentimos.

lunes, 11 de junio de 2012

HE GANADO UNA BATALLA

La tarde tocaba a su fin y las pocas personas que habían acudido comenzaban a marchar hacia sus casas. Y ahí estaba sentada yo, esperando que alguien más se acercara, esperando a los que sabía que no iban a llegar, esperando lo inesperable.
Había sido un día lleno de emociones, una mañana inmersa en el maravilloso mundo de los libros, una mañana de hablar con aquellos que se acercaban a que les firmara el libro que había escrito, una mañana de conversar con escritores hasta entonces desconocidos para mí, una mañana en el cielo.
Pero. Siempre hay un pero. Coincidió todo con el tenis, el fútbol y la fórmula 1. ¿Cómo podía esperar que acudiera alguien?. Me enfrentaba al enemigo más poderoso que existe en nuestra sociedad: la televisión. Ella tiene ese poder del que muchos carecemos y que muchas veces envidiamos; atrae a las masas, deja las ciudades desiertas y sólo unos pocos conseguimos escapar de su hechizo y dedicarnos a otras cosas.
Cual fue mi sorpresa, cuando ya dispuesta a levantarme y marcharme del sitio que me habían reservado para que firmara mi libro, llegó un señor acompañado de su esposa. Me preguntó donde podía comprar mi libro para que se lo dedicara; se lo indiqué y procuré que de mi bolígrafo salieran esas palabras que le hicieran esbozar una sonrisa en su rostro. 
Le escribí lo que el corazón me dijo, su mujer leyó la dedicatoria en voz alta y aquel señor me dio dos besos y un abrazo con lágrimas en los ojos. "Mi mujer me lo leerá", me dijo agarrándose a su bastón de invidente.
Ayer le gané la batalla a la televisión, y la soledad que sentí por unos momentos,  desapareció desde que aquel hombre ciego prefirió un libro, unas palabras leídas por otro, unos relatos que un día imaginé.

HAZME COSQUILLAS



Yo, como todos, también necesito reír. También necesito esas manos que se acercan sigilosas a mí y me atacan, me hacen soltar las carcajadas más grandes que haya recordado, hacen que me duela el abdomen y crea que la comisura de mis labios se vaya a romper en dos.
Yo, como todos, también necesito tumbarme. También necesito que mi cuerpo se relaje y que disfrute del silencio hasta que alguien lo interrumpa para hacerme reír, para disfrutar, para volver a ser una niña.
Yo, como todos, un día fui pequeña, y probablemente, cuando alguien me vio en mi sillita de paseo se acercó y me hizo una cosquillita, a la que yo seguro que respondí con una sonrisa. Fui creciendo y me seguían gustando las cosquillas, incluso llegaba a hacer batallas, a ver quien aguantaba más sin reír.
Ahora buscamos quien nos las haga; quien sepa meter esos dedos en nuestro corazón y en nuestro pensamiento y nos haga un simple gesto, algo parecido a una cosquilla, que nos alegre un pequeño rato de nuestras vidas. ¿Por qué no podemos volver a las batallas de cosquillas? ¿Por qué tenemos que ser adultos serios y respetables, sin buscar ese espacio para disfrutar, para sonreír, para soltar una carcajada?.
Quizá nos veamos demasiado “mayores” para que venga alguien a hacernos cosquillas, como cuando éramos pequeños; pero se las pueden hacer a nuestro corazón con una palabra amable, con un gesto bonito, con una sonrisa cómplice, con un beso robado,…
Hagamos cosquillas a los demás y dejemos que nos las hagan; quizá nuestro perfecto mundo de adultos se verá lleno de alegría y de risas que por un momento nos harán ver lo equivocados que estamos en tantas y tantas ocasiones.

miércoles, 6 de junio de 2012

EL CARRITO

A POLONIO BERNUÉS Y SU ALMA DE NIÑO

La señora Mercedes está triste. Su marido murió y tuvieron que dejar el carrito que colocaban todos los días, hiciera frío o calor, lloviera o hubiera sol, en la plaza Inmaculada de Huesca.
Ahí iba Polonio como tantos y tantos niños oscenses a comprar chucherías. Ante nosotros aparecía aquel mágico y maravilloso mundo de pequeñas urnas de madera, tapadas con un cristal, en las que se podíamos encontrar todos los colores del mundo en forma de pequeños caramelos, regaliz, chicles y las cuatro cosas que alegraban nuestra pequeña cara.
Por lo general nos aupaba papá o mamá para que pudiéramos descubrir ese mundo, y con una perra gorda en nuestras manos, comenzábamos a pedir: cuatro caramelos de nata, cuatro balines, cuatro caramelos de colores, cuatro regalices. 
Todo era cuatro, porque con cuatro completábamos la peseta.
Difícil elección la que se nos ponía delante de las narices desde el momento en que nuestros pies se levantaban del suelo.
Fuimos creciendo y continuábamos acercándonos a comprar "chuches". Llegados los primeros años de la adolescencia, nuestro amable vendedor se fue haciendo mayor, aunque a veces creo que siempre fue mayor, y el pulso le fallaba. Entonces llegaban esos pequeños traviesos o, mejor  dicho, burlones y malintencionados que, tras pedirle cuatro cosas de un producto le decían que no, que querían de otro, y el pobre señor abnegado a su labor de darnos felicidad a los pequeños, recogía con su temblequeo lo que había servido y sacaba otro.
Él marchó y con él el carrito. Ese que de vez en cuando aún creemos ver en la plaza y al que, cerrando los ojos, nos acercamos para volver a pedir cuatro de lo que sea, pero que sabemos con seguridad, que va a alegrar nuestra cara.

lunes, 4 de junio de 2012

MENTIRAS



Desde pequeños nos enseñas que no debemos decir mentiras, que es algo muy feo. Conforme vamos creciendo nos hablan de las “mentiras piadosas”, ésas que no nos hacen sentir culpables de lo que decimos, pero que, al fin y al cabo, son mentiras.
Llegamos a ser padres y volvemos a inculcar a nuestros hijos que no deben decir mentiras, que hay que ir con la verdad por delante.
Es extraño, pero somos nosotros los que nos decimos mentiras y nos las creemos; creemos que el día va a ser mejor, que los problemas se van a solucionar, que todo volverá a los tiempos en que no existía ningún contratiempo y éramos felices.
Seguimos mintiendo, no a los demás, pero sí a nosotros mismos, quizá por ese deseo que todos albergamos de ser felices, de olvidar las preocupaciones cotidianas, de por unos instantes hacer que nuestros sueños se hagan realidad.
Quien no se ha dicho “hoy me va a ir bien”, “esta situación va a cambiar”, “hoy nada me va a fastidiar el día”, y lo hacemos aún a sabiendas de que todo va a seguir igual, que la rutina nos invade, que los sueños se quedan en eso: en meros anhelos.
No es bueno mentir; estoy en contra de cualquier tipo de mentira, pero no estoy en contra de los sueños, de intentar hacernos la vida más feliz con ilusiones, con planes de futuro. Es difícil separar esa pequeña línea que hay entre la mentira y la ilusión, entre crearnos sueños y creernoslos, entre mentir y soñar. ¿Quién sabe si siendo mentirosos somos más felices o más desdichados? Lamentablemente sólo el tiempo nos lo dirá; yo, por si acaso, seguiré soñando y diciéndome alguna que otra mentira piadosa.

jueves, 17 de mayo de 2012

EL PINTOR

Todos los días cogía el caballete, el maletín con las pinturas y los pinceles, el lienzo en blanco y su taburete y salía a la calle en busca de la obra perfecta, esa maravilla que pudiera ser catalogada como la mejor obra pictórica del mundo.
Cada día elegía un sitio distinto de la ciudad; una plaza, un parque, una calle. Algo en su interior le decía que aquel iba a ser el gran día, que por fin, iba a poder reflejar en su lienzo lo que llevaba años buscando.
Llegó a una pequeña plaza con columpios y, tras preparar todo su material, se sentó en su taburete a esperar. Veía pasar a las personas y miraba sus rostros; ninguno le convencía, en todos había algo que no terminaba de gustarle. 
Estaba preparado con la plumilla en la mano, siempre le habían dicho que sus dibujos a plumilla eran maravillosos, que sabía captar la realidad de las cosas, pero por momentos la plumilla se secaba, no encontraba ese rostro que quería dibujar.
Al cabo de un rato comenzaron a llegar niños a jugar, "de ellos podré sacar lo que estoy buscando", pensó y se dedicó a contemplarlos. Todos sonreían, todos jugaban y gritaban, todos eran felices, pero cuando intentaba plasmar esa felicidad aparecían los padres con el típico "nos vamos a casa", aparecían las discusiones con los otros, aparecían las caídas, y los rostros de esos pequeños se tornaban tristes. Ya no podía continuar su obra.
Pasó todo el día esperando ese momento mágico con el que llenar el lienzo; seguía ilusionado, esperanzado porque sabía que algo iba a ocurrir. Y así fue, una chica vestida de blanco pasó por delante de él; iba sola, sonreía a la nada, sus ojos estaban llenos de vida y caminaba absorta en sus felices pensamientos.
Entonces se dio cuenta, recogió todos sus enseres y se fue a su estudio. Sobre el lienzo en blanco dibujó en una esquina una pequeña sombra grisacea de una persona y firmó. El resto del cuadro estaba en blanco.
Cogiendo un pequeño papel escribió: "la felicidad está en cada persona, en su camino, en su risa, en ese blanco esperanzador que todos tenemos pero que pocos vemos". Lo colocó junto al cuadro y sonriendo se fue a descansar. Había encontrado la imagen perfecta de la felicidad.

Para Fernando Alvira Banzo, gran pintor y el profesor que intentó enseñarme a dibujar y nunca lo consiguió porque no pudo luchar contra los genes y mis malas artes.

martes, 15 de mayo de 2012

CONSTRUYENDO HOGARES

Como todas las mañanas, me he despertado cuando me encontraba en lo mejor de mis sueños, he protestado por tener que levantarme, he dado un par de vueltas en la cama para ver si conseguía detener el tiempo, pero ha sido en vano: hora de levantarse, de comenzar un nuevo día, de volver a la rutina.
Al sentarme frente al ordenador, he mirado por la ventana y me he dado cuenta de que el árbol que me vigila y que tengo de vecino ya estaba completamente cubierto de hojas; "Con qué rapidez se ha llenado", he pensado. Pero lo que más me ha sorprendido es poder ver entre esas hojas una pareja de palomas. Una de ellas se dedicaba a bajar al suelo y coger pequeños palitos para fabricarse el nido. Ahora que me doy cuenta y vuelvo a mirar por la ventana, debajo de donde está su futuro hogar, el suelo está lleno de esos palitos, mientras que el resto de la acera está limpia.
¿Qué sería de nosotros si nos tuviéramos que fabricar nuestras casas?, si cada nueva primavera comenzáramos la construcción de lo que tendría que ser nuestro hogar, si corriera prisa el hacerlo porque esperamos inminentes la llegada de nuestra prole.
Y luego nos quejamos. Somos afortunados los que tenemos cuatro paredes que nos cobijan del frío en invierno y nos mantienen aislados del calor del verano; no tenemos que plantearnos cómo se edifican las casas puesto que otros lo hacen por nosotros; nos limitamos a decorarlas cuando ya están terminadas y a llenarlas de cosas y más cosas que, a la larga, no sirven para nada.
Creo que  no somos afortunados. Sería más bonito poder elegir cada primavera un árbol distinto en el que construir nuestro hogar; comenzar una  nueva vida; ser libres de elección; ser los dueños de nuestra casa porque está hecha con nuestras manos y, así, ser dueños de nuestro hogar.
Me dan envidia esas palomas, juntas, construyendo su efímero futuro y a la espera de unos polluelos que espero vuelvan alguna vez a construir su hogar donde lo hicieron sus padres.

lunes, 14 de mayo de 2012

VOLVER A REÍR


Nadie más que uno mismo sabe cuales son sus sufrimientos y sus penas; ese puñal clavado en el corazón con el que se levanta cada día, que le acompaña a todas horas, que le hace soltar alguna que otra lágrima.
Todos hemos perdido a alguien en esta vida y lloramos su ausencia, rogamos por tener un minuto más para estar con ellos, porque todo haya sido una horrible pesadilla de la que nos vamos a despertar.
Pero en nuestra vida cotidiana se nos plantean situaciones que, aunque parezca mentira, nos hacen reír, disfrutar de esos pequeños momentos que son mágicos, que hacen que la comisura de los labios se eleve y nos volvamos a sentir felices. Y ahí viene el problema, ¿cuándo consideramos un tiempo prudencial para volver a sonreír?.
Nuestro corazón está triste, los recuerdos se agolpan en nuestra mente y creemos que no tenemos derecho a volver a reír, a que nada haga que ese dolor desaparezca de nuestro ser.
No hay un tiempo de luto concreto, el dolor de algunas pérdidas se lleva para siempre, pero debemos volver a reír, volver a sentir alegrías, volver a vivir. Nadie puede decirnos que no debemos disfrutar de la vida; antaño quedó el año de luto que se mantenía. Ahora es el momento de pensar en cómo nos gustaría que nos vieran esas personas que ya no están con nosotros. Con toda probabilidad nos pedirían que sonriéramos, así que hagámoslo: seamos felices por ellos, pero sobre todo, por nosotros. Nuestro corazón seguirá triste y aprenderá a vivir con el vacío, pero en nuestra cara debemos reflejar una sonrisa, es la mejor manera de continuar y rendir un pequeño homenaje a los que nos dejaron, ellos también nos devolverán la sonrisa desde allá en donde estén.

domingo, 6 de mayo de 2012

TE ACUERDAS MAMÁ

Te acuerdas mamá cuando decíamos que lo del día de la madre era un invento del Corte Inglés y nos reíamos porque nunca querías que te regaláramos nada y todos los años teníamos un regalo para ti.
Te acuerdas mamá que siempre te enfadabas y nos decías que para qué  nos gastábamos el dinero, cuando siempre era algún detalle tonto.
Te acuerdas mamá cuando era el día en que te dábamos besos y te decíamos que te queríamos, aunque creo que todos los días tenías besos y un te quiero.
Te acuerdas mamá cuando poco a poco nos fuimos marchando de casa, pero siempre volvíamos ese día a verte, a estar contigo y con papá.
Yo lo recuerdo todo. Todos los días, a todas horas.
Ahora, sea o no sea un invento del Corte Inglés es un día triste para mí. Me tendré que conformar con mirar al cielo y mandarte un beso, con llorar pensando que de mis labios nunca más saldrá la palabra mamá y obtendrá una respuesta; con maldecir a la vida porque se te llevo muy pronto de mi lado; porque te sigo necesitando mamá.
Te acuerdas mamá cuando llegó tu nieta, y yo también pasé a ser mamá y nos felicitábamos mutuamente este día.
Te acuerdas mamá que me decías que no me viera llorar ni estar triste por nada, que tenía que ser fuerte, que la vida era dura. Pero tú estabas ahí y ahora me siento sola.
Cuántas veces he cogido el teléfono para contarte algo bueno o malo de lo que me pasaba y me he quedado como una tonta mirándolo y comprendiendo que al otro lado ya no había nadie.
Te acuerdas mamá de que el día de la madre siempre te decía: "¿Dónde está mi mamiiiii?". Ahora estás en mi corazón, en cada momento de mi vida, en ese dolor que es tan inaguantable, en esas lágrimas que salen y en las que se quedan, en mis recuerdos. Porque yo me acuerdo mamá.

miércoles, 2 de mayo de 2012

ESO QUE LLAMAMOS PRIMERA COMUNIÓN


Sea cerca el mes de mayo y pronto comenzará la vorágine de las comuniones. Nos volvemos locos para que nuestros hijos sean los más guapos, para que el restaurante sea perfecto, para que tengan todo y, como no, para que llegado el verano, nos vayamos a Eurodisney como regalo de comunión.
¿Qué más regalo pueden tener que ser los reyes por un día y sepan valorar lo que realmente significa ese día?
Las comuniones han pasado a ser otro acto social de “quien puede más”, de gastar lo que no tenemos, de que cuando hables de la comunión de tu hij@ la primera pregunta que escuchas es “¿Dónde le has comprado el traje?”.
Atrás quedaron las comuniones en que se juntaban los más cercanos, la familia íntima y, en la mayoría de los casos se celebraban en casa; los vestidos y los trajes eran heredados y no se hacían minibodas como ahora.
Indudablemente todos queremos que sea un día perfecto, pero perfecto ¿para quién?, para nuestro propio ego que nos hace decirles a los demás: aquí estoy yo y mi hij@ tiene lo mejor o para esos pequeños que han estado dos años preparándose para algo que, en cierto modo, casi nadie vive en sus casas.
Somos todos muy antiiglesia, más de una vez hemos dicho: con la iglesia hemos topado, pero llegado este tiempo nos olvidamos y celebramos la más fastuosa de las comuniones y todo por seguir una moda, porque a eso no nos tiene que ganar nadie.
Mis recuerdos de ese día son de una iglesia de San Lorenzo llena de niños ilusionados, de padres orgullosos y de que por primera vez me llamaron señorita; de poca gente comiendo, pero todos felices.
Espero que los recuerdos de mi hija sean los mismos, sin Eurodisney, sin enormes restaurantes, sin grandes regalos, pero con mucho amor.

jueves, 26 de abril de 2012

TODOS TENEMOS UN PRECIO

Siempre habrá alguien que diga que no tiene precio, que no se vende por nada ni por nadie, y es una opinión muy respetable, como cualquier otra.
Yo, lo tengo que reconocer, tengo precio, pero no se puede pagar con dinero.
Despertar a mi hija por las mañanas para ir al colegio y que ella se me mire con los ojos entreabiertos, me dé un beso y me diga: "Buenos días mami", es el pago que recibo por madrugar, cuando mi jornada laboral comienza bastante entrada la mañana, y podría quedarme en la cama durmiendo mucho más rato de lo que lo hago.
Estar horas en la cocina preparando la comida para que en cinco minutos desaparezca y escuches: "Qué bien he comido"; agarrarte el pelo como puedes porque los rizos se niegan a desenredarse y no tienes tiempo y que te digan: "Qué guapa estás hoy".
Hay tantas y tantas cosas que suceden a lo largo del día y que hacemos, algunas veces a regañadientes, que son pagadas y no nos damos cuenta de ello: un beso robado, un abrazo, una caricia, una mano que seca nuestras lágrimas, una sonrisa... Somos los más ricos del mundo cuando alguien, espontáneamente, nos paga con amor y amistad lo que, en un momento, hicimos nosotros sin pensar, sin esperar nada a cambio.
El dinero no lo es todo; el amor y la amistad sí. Es lo que nos hace decir: yo tengo un precio.

martes, 24 de abril de 2012

TEN, FAL

Domingo. Doce del mediodía. Plaza del mercado.
Es la cita ineludible de todos los fines de semana para ir a cambiar cromos. Ahí nos juntamos padres e hijos para intentar completar las colecciones y conseguir ese cromo que nunca aparece por muchos sobres que compremos.
Si nos centramos sólo en eso, las cosas no han cambiado tanto desde que yo misma coleccionaba los cromos de Heidi o de Marco que regalaban con los yogures. Pero sí que han cambiado: ahora si no tenemos más cromos repetidos podemos comprarlos o venderlos a otro niño por un módico precio, con lo cual salimos de la plaza con los cromos que nos faltan más una cantidad de monedas de céntimos en nuestro bolsillo.
Recuerdo la primera vez que subí con mi hija a cambiar cromos. Le conté que yo también los cambiaba con mis amigas y vecinas en el colegio o en la calle, pero que no los comprábamos. No le tuve que contar la historia de Heidi porque ya la había visto en capítulos que, como la mayoría, bajé de internet; pero cual fue mi sorpresa cuando, tras contarle la historia de Marco, y casi soltar una lágrima recordando las desventuras del pobre niño y lo que lloramos todos al verlo, mi hija me dijo: "¿Y por qué no llamó a su madre por el móvil?". Aquella respuesta me hizo ver que realmente el tiempo pasa, y demasiado rápido, con lo cual decidí hacer una colección de cromos ajena a la de mi hija y, en cierto modo, hacernos la competencia para ver quien de las dos la terminaba primero.
Es una emoción extraña volver a salir a la calle con los cromos repetidos en un bolsillo y la lista de los que nos faltan en otro. 
Como buenos niños, ellos saben perfectamente cuales tienen y cuales les faltan sólo con verlos, mientras que los padres nos dedicamos a consultar una y otra vez la lista para asegurarnos de que no nos equivocamos al cambiar; lo que hace la edad con nuestra memoria visual.
Lo mejor de todo es poder volver a la infancia durante un rato y repetir el sonsonete que tarareábamos hace ya muchos años y escucharlo en boca de nuestros hijos; ese "ten, ten, ten, fal, ten, fal, ten, ten" que nos hace revivir lo que un día nosotros hicimos y que, por unos instantes, vuelve a salir de nuestros labios y nos hace sonreír cada vez que decimos: "FAL".

lunes, 23 de abril de 2012

ISTA YE A MIA TIERRA

Nací en una tierra noble, de tozudos que hacen lo imposible por conseguir lo que sea, de jotas que cantan desde las alegrías hasta las penas, de personas normales que viven el día a día como en cualquier otro lugar.
Aragón es mi tierra y Huesca mi cuna:  tierra de altas cumbres, antaño con nieves perpetuas y de grandes llanuras monegrinas; tierra de personajes ilustres y personas anónimas; tierra que se está dejando morir, que todos estamos dejando morir.
Quedan atrás las excursiones por el Pirineo y sentir que todo era mío, que aquellas cumbres a las que llegaba con mis padres eran mi hogar, que las flores no se arrancaban porque le daban color a un maravilloso paisaje; días de conocer los lugares en que vivieron antepasados que quisieron hacer de ésta una gran tierra. Lugares de naturaleza salvaje que impedían el paso, pero que como buenos aragoneses, conseguíamos pasar sin causar ningún destrozo.
No me importa que me digan que soy aragonesa y, por consiguiente, cabezota; porque lo soy; pero echo de menos la fuerza de las gentes de mi tierra para conseguir mantener aquello que la historia nos legó: ser una región importante, con fuerza y no pasar a ser provincias de clase zzz, en las que sólo se reconoce el que la naturaleza nos haya bendecido con cumbres para construir pistas de esquí.
Soy oscense y aragonesa y gracias a mis padres sé que aún queda un trocito de Pirineo salvaje en el que refugiarme y escuchar el silencioso ruido de la naturaleza.
Y seguiré cantando canciones en fabla aragonesa, y me seguiré dando cabezazos hasta que consiga lo que quiero, pero sin perjudicar a nadie, porque creo que llevo parte de nobleza dentro de mí. Y el día en que me marche, esta carcasa prestada que tengo como cuerpo se quedará aquí, en el lugar que me vio nacer, crecer, reír, llorar, aprender, ser persona.
Ista ye a mia tierra: Entalto Aragon y Entalto Uesca, a mia tierra, a mia chen y soniando.....

domingo, 22 de abril de 2012

NOCHES DE SÁBADO

Llegan las noches del tan ansiado sábado. 
Cuando eres pequeño es la noche en que te puedes ir más tarde a la cama porque al día siguiente no hay cole; es todo un privilegio y te hace sentirte mayor, así que aprovechas para jugar, para ver la tele y aguantas lo indecible a pesar de que tus ojos se cierran, acostumbrados como están los pobres a un horario que les reclama dormir.
En la adolescencia es la noche deseada; te arreglas y sales con tus amig@s; ya eres mayor; pero ahí están tus padres para ponerte una hora límite a tus descubrimientos. Es la noche en que descubres tu primer beso, tu primera bebida con alcohol, tu primer cigarrillo, tu primera decepción al ver a la persona que te gusta con otr@. Constantemente miras el reloj para no llegar tarde a casa, porque conllevaría no salir en unos cuantos sábados. Apuras hasta el último minuto y, después, corres para llegar en el tiempo límite.
Pasada la veintena ya no hay horario, no hay primer beso, no hay decepciones. Tienes libertad total y absoluta y unos pasan la noche de bar en bar, otros en algún local con los amigos y, los más afortunados, con la persona de sus sueños.
Pero ¡ay cuando pasas de los cuarenta!. Tal cual están las cosas lo más normal es que acudas a cenar a casa de algún amigo o que vengan a tu casa (la economía no da para ir de restaurantes). Sabes que si te pasas con las copas lo vas a pagar durante unos días, porque el cuerpo te dice que ya no tienes edad para tanto "desmadre". Las tertulias con tus amig@s se hacen interesantes porque estás con aquell@s en quienes confías y puedes decir todo lo que te dé la real gana; y aguantas críticas y las comprendes y te permites trasnochar, aunque sabes que en el interior de tu cuerpo hay un reloj que, al día siguiente, te despertará a la hora habitual.
Cuando tu edad ya es más avanzada acudes a bailar a algún local, si es que alguien ha tenido la idea de abrir alguno en tu lugar de residencia, y disfrutas como cuando eras niño: al día siguiente no tienes obligaciones, ni al otro, ni al otro, porque ya estás retirado, pero hay algo en esas noches que te hace alegrarte y sonreír y disfrutar y ponerte lo más guap@ posible y vivir.
Sábado sabadete, da igual la edad que tengas, es una noche que promete.

jueves, 19 de abril de 2012

MI PAÍS

Soy una ciudadana de a pie. Una persona normal y corriente de las que nos podemos encontrar en las calles de nuestras ciudades o pueblos. Me siento privilegiada por tener un trabajo, que es por horas, pero es un trabajo.
Por primera vez y, en lenguaje coloquial, me voy a mojar. 
Estoy cansada de tanta hipocresía, de tanta mentira, de tanto tomarnos el pelo.
Un señor, cuya fortuna está colocada en el número 134 de las mayores del mundo, dice "lo siento" y ya todos tenemos que estar de acuerdo y agachar las orejas y seguir manteniendo a una familia, si es que se le puede llamar familia ya que cada uno va por su lado, que a mí no me representa como española. Esos señores que pregonan en sus campañas electorales la solución a todos los problemas (los nuestros, porque ellos parece ser que no tienen a la hora de vivir el día a día) tampoco hacen que me sienta representada más allá de mis queridos pirineos. Prefiero ver a los jugadores de las selección de fútbol, a Rafael Nadal, a Fernando Alonso  y a otros grandes deportistas enarbolando la bandera de mi país y escuchando con lágrimas en los ojos nuestro himno. Prefiero escuchar a cantantes como Julio Iglesias, Montserrat Caballé, Plácido Domingo, etc, entonando sus canciones y recordando sus orígenes en este país, el suyo y el mío. Prefiero a los científicos que han tenido que marchar al extranjero, y siguen añorando su patria, y ahí donde están trabajando para hacer un bien a la humanidad, siguen recordando su tierra, esa que nosotros pisamos todos los días y a ellos les queda tan lejos. Prefiero a los grandes escritores, a los pensadores.
No entiendo nada de política y, sinceramente ha llegado un momento en que tampoco me interesa, porque vivo en un país en el que la corrupción está a la orden del día. Porque los de "arriba" pueden hacer lo que les pase por sus honorables partes sin que nadie diga nada y, los que estamos "abajo" protestamos, pero con cuidado, no sea que nos imputen por insultos a alguien y terminemos entre rejas o pagando una multa que nos sirve para vivir o, mejor dicho, para sobrevivir.
Me canso de políticos que prometen y nunca cumplen, porque con los años que tengo, he oído ya demasiadas promesas que nunca se han llevado a cabo, pero eso sí, ellos tienen sus bolsillos bien llenos y no sacan el papel para  hacer cuentas e intentar llegar a fin de mes.
Seguimos viviendo en el país de la dedocracia y no tengo que alejarme de mi ciudad para dar fe de ello. hay un dicho: "que jodido es ser de Huesca y tener memoria"; pues yo la tengo y podría hablar de los que representan a mi ciudad y a mi comunidad, pero el miedo es mayor y no me la juego.
Me siento española, me siento oscense y aragonesa, pero porque amo estas tierras, sus gentes, sus contrastes; porque confío en la justicia y en su independencia y porque como reza otro dicho "a cada cerdo le llega su San Martín".