viernes, 4 de noviembre de 2011

ESPERO QUE ME DEJE


Está enfermo y viejo, pero me espera.
Siempre he querido cogerlo y que en mis manos comenzara a llorar o a reír.
La vida ha ido pasando y sigue ahí, esperándome. Lo abandoné por otro, sé que no le importó, pero en aquel tiempo era muy cara su curación y no había dinero en casa.
Tuvo otra pareja antes, pero una maldita guerra hizo que tuvieran que separarse muy pronto y, desde entonces, permaneció sólo. Estaba en manos de su compañero cuando éste murió y ahí fue cuando comenzó su decadencia. Nunca más volvió a llorar o a reír. Permaneció callado. En casa nos imaginábamos cómo debía ser su voz; cómo su compañero le habría hecho hablar y expresar todos sus sentimientos; pero ninguno de nosotros supo volver a hacerlo.
Quizá fue la pena de ver como su ser más querido caía por una bala perdida y se iba para siempre de este mundo.
Desde que yo recuerdo, siempre estaba tapado con una manta verde, tan vieja y decrépita como él; pero nunca había querido una nueva. Aquella manta era con la que él lo arropaba cuidadosamente.
Espero que aún tenga fuerzas para decirme algo; que me deje acariciarlo como hacía mi abuelo; que me perdone por haber aprendido a tocar al piano y dejarlo a él porque en casa de mis tíos ya había un piano y no había que gastar dinero; que me susurre las confidencias que le hizo mi abuelo antes de morir; que me deje que lo lleve a un sitio donde lo puedan curar.
Espero que el violín de mi abuelo me deje que yo lo toque y que, juntos, reemprendamos un bello romance interrumpido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario