jueves, 26 de abril de 2012

TODOS TENEMOS UN PRECIO

Siempre habrá alguien que diga que no tiene precio, que no se vende por nada ni por nadie, y es una opinión muy respetable, como cualquier otra.
Yo, lo tengo que reconocer, tengo precio, pero no se puede pagar con dinero.
Despertar a mi hija por las mañanas para ir al colegio y que ella se me mire con los ojos entreabiertos, me dé un beso y me diga: "Buenos días mami", es el pago que recibo por madrugar, cuando mi jornada laboral comienza bastante entrada la mañana, y podría quedarme en la cama durmiendo mucho más rato de lo que lo hago.
Estar horas en la cocina preparando la comida para que en cinco minutos desaparezca y escuches: "Qué bien he comido"; agarrarte el pelo como puedes porque los rizos se niegan a desenredarse y no tienes tiempo y que te digan: "Qué guapa estás hoy".
Hay tantas y tantas cosas que suceden a lo largo del día y que hacemos, algunas veces a regañadientes, que son pagadas y no nos damos cuenta de ello: un beso robado, un abrazo, una caricia, una mano que seca nuestras lágrimas, una sonrisa... Somos los más ricos del mundo cuando alguien, espontáneamente, nos paga con amor y amistad lo que, en un momento, hicimos nosotros sin pensar, sin esperar nada a cambio.
El dinero no lo es todo; el amor y la amistad sí. Es lo que nos hace decir: yo tengo un precio.

1 comentario:

  1. El amor, la vida ,el cariño y el respeto no tiene precio aunque nos sintamos pagados. Bueno si. El querernos mas cada día

    ResponderEliminar