jueves, 5 de enero de 2012

VOLVER

Muchas veces me ha llegado a resultar más que difícil poder alegar lo que siento y pienso, todo lo estoy recordando al estar estos días por estos lares y que nunca se olvida. Aún recuerdo muchos días, muchas noches, en los que los recuerdos amargos llegaban a marchitar mi sonrisa y otros momentos en que mi sonrisa afloraba sin ningún motivo.
He vuelto a mi tierra, con mi gente, con aquellos que aún siguen acordándose de mí después de tantos años de ausencia y con aquellos que me han olvidado, a pesar de que su recuerdo sigue vivo en mi memoria.
Fui yo el que abandonó todo; fue un adiós forzoso motivado por un desamor que me sumergió en la más profunda de las tristezas, en un pozo sin salida y que me mantuvo varios meses encerrado en casa, hasta que tomé la decisión de marcharme en busca de una vida nueva.
Pero aquel amor de juventud me seguía acompañando donde quiera que fuera, siempre en mi mente y en mi corazón.
Intenté encontrar una nueva vida y un nuevo amor, y lo hice, pero la muerte se la llevó y sé que ella siempre tuvo presente que mi corazón aún latía por aquella joven que había conocido en mis tiempos de adolescencia.
Ahora, con la nieve tiñendo mi pelo de blanco y las arrugas surcando mi cara, he vuelto a la tierra en la que viví esos momentos de alegría; en la que un beso a escondidas era alcanzar el cielo por unos segundos; en la que las mariposas revoloteaban en mi estómago cada vez que la veía.
Estoy solo en esta playa gris, las olas van y vienen como las personas: unas mojan mis pies descalzos y me dejan algo, otras simplemente se acercan sin llegar a tocarme.
Hoy las mariposas vuelven a mi estómago y la sonrisa a mi cara. Sé que la voy a ver de nuevo, que sus ojos negros se fijarán en los míos y los harán brillar como hace tantos y tantos años.
Esta vez no habrá nadie que nos diga que somos personas distintas, que yo no soy el hombre que debe acompañarla el resto de su vida, que las diferencias sociales no existen, que lo único importante es el amor.
¡Ya la veo!. Viene hacia mí con paso cansino; pero yo sigo viendo a aquella niña que me enamoró hace más de sesenta años y que aún consigue acelerarme el pulso.
Nos hemos sentado en la playa cogidos de la mano; no ha habido besos; un abrazo profundo nos ha devuelto a los quince años y, ahora, estamos juntos otra vez. Probablemente será por poco tiempo; porque la vida es así de cruel y el tiempo ha pasado. Pero ahora estamos los dos y, por fin, puedo expresar con palabras lo que siento.
Algunos pensarán que estamos locos, que no podemos iniciar una nueva vida pasada la frontera de los setenta, pero cuando el amor es puro y verdadero no hay barreras.
Muchas veces me ha llegado a resultar más que difícil poder alegar lo que siento y pienso, todo lo estoy recordando al estar estos días por estos lares y que nunca se olvida. Aún recuerdo muchos días, muchas noches, en los que los recuerdos amargos llegaban a marchitar mi sonrisa. Hoy, sesenta años después, todo ha cambiado.

(Frase de Bencomo Artemi Semidan)

2 comentarios:

  1. Bello relato de un amor perdurable a través del tiempo. Esos amores son hermosos. Con el paso del tiempo cambian muchas cosas pero un amor puro y limpio no cambia jamas. Como me gustaría hacer lo mismo

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  2. Los amores de juventud siempre están presentes. Son sentimientos claros, apasionados y hasta tímidos. Y esto hace que sean imborrables y tengan su sitio dentro de nuestro ser.
    Y cuando los recuerdas lo haces con cierta añoranza y no poco cariño.

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