lunes, 2 de enero de 2012

CONVERSACIÓN FINAL

" Ave María Purísima. - Sin pecado concebida. ¿De qué quieres confesarte?. - Quiero confesar que he perdido la fe en la confesión...". No podía entender lo que estaba escuchando; después de tantos años como cura en aquel lugar, era lo último que se podía esperar.
"¿Y por qué no crees en la confesión?", le preguntó..
"Porque usted no es quién para determinar si yo he hecho bien o he hecho mal", respondió, "a mí ya se me ha juzgado y condenado, ¿de qué me sirve ahora esto?".
"Quizá sea para aliviar un poco tu alma".
"Mi alma está aliviada y tranquila. Estoy en paz conmigo mismo, pero siento pena por mis padres".
"Entonces, quizá por ellos, deberías decirme qué es lo que te ocurre".
"Lo que  tenía que decirles ya lo he hecho cara a cara".
"¿Para qué has hecho que viniera si no tienes nada que decirme?".
"No lo sé. Seguramente ha sido el hecho de tener que enfrentarme a algo que no quiero, pero que sé desde hace tiempo que va a ocurrir".
"Tú buscaste este camino; tú provocaste todo lo que está sucediendo; ahora sólo te queda arrepentirte y esperar el perdón de Dios".
"¿De Dios?, ¿de su Dios o de mi Dios?".
"¿Qué diferencia hay entre uno y otro?".
"De pequeño me hablaron de un Dios que castigaba a los pecadores y que a la vez perdonaba los pecados; un Dios todopoderoso que conducía a su rebaño por el buen camino, y ese camino me ha traído aquí".
"No es Dios el que te ha traído, eres tú el que ha confundido la dirección".
"Usted mismo me lo está diciendo, no existe ese Dios que nos lleva por el buen camino".
"Nadie dice que lleva por el buen camino, sino que quiere que su rebaño vaya por él y tú te has desviado, ¿quieres pedirle perdón por ello?".
"No. No tengo que pedir perdón por nada. Mi destino era éste y está cumplido. No tengo más que hablar con usted".
"¿Quieres que te acompañe hasta la salida?".
"No, gracias. Ya lo harán mis amigos de estos últimos años. Los que han estado conmigo día y noche y saben realmente de mis temores y mis sentimientos".
"Entonces, hijo mío, ve con Dios y que el guíe tus pasos hacia tu destino".
"Adiós padre".
El cura se levantó y se marchó. Cuando se alejaba por el pasillo vio a los "amigos" de aquel hombre que venían en dirección contraria a buscarlo. 
Se preguntó cómo alguien podía llamar amigo a quien te va a llevar a la sala de ejecución; pero mirando los ojos de aquellos seis hombres uniformados se dio cuenta que la confesión ya había sido hecha y que los seis eran los confesores de alguien que no tenía perdón.

(Frase de Germán Pueyo)

1 comentario:

  1. Buen relato lleno de intensidad y dureza del que hay poco que comentar. Salvo jugando con la idea de la autora, entresacar una frase que a mi si me hace pensar y tiene enjundia. y eso que mi situación no es la de la persona central del relato.La frase es ¿De su Dios o de mi Dios?. Esta frase da mucho que pensar en Dios como sujeto principal de una religión. ¿Es que los católicos tenemos un Dios mejor que los demás?. Dígase de los arabes,ortodoxos,,budistas,hindues ect ect.No creo que "mi" Dos sea mejor que el de los demás,pues yo si creyera sería en un dios,justo,equitativo,protecto. No en lo que pintan la mayoría de sus acólitos.Justiciero,castigador. En nonmbre de esta religión se han comentido y se comenten verdaderas barbaridades y si su Dios se lo consiente poco favor se hace. El reo a su modo y manera cree en su dios,no hay que pedir perdon ya que si es justo y la persona se lo merece Él se lo dará. No hace falta que un servidor de Él lo perdone en su nombre. Esto es lo que me ha hecho sentir este relato. Perdon si me salí de la linea. Pero siempre escribo lo que me hace sentir lo que leo

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