domingo, 22 de enero de 2012

RIDÍCULO Y RISA

Cuántas veces nos hemos tropezado por la calle y lo primero que hemos hecho ha sido mirar a ver cuántas personas nos habían visto y se habían reído de nosotros. Y cuántas veces hemos dícho "maldita sea" porque no hemos visto la caída de una persona en la calle.
Al igual que tenemos sentido del ridículo, tenemos ese maligno sentido de reírnos de los males ajenos.
Soy la primera que se ríe cuando tropiezo, cuando resbalo y me caigo sentada; quizá sea porque tengo un trabajo cara al público y estoy acostumbrada a que me miren; pero también soy la primera que se ríe cuando alguien se cae en la calle y, lamentablemente, es una pena tener que reconocerlo.
Inculcamos a nuestros hijos que no deben reírse de las desgracias ajenas, que algún día les puede pasar a ellos, pero son simplemente palabras, no lo hacemos con nuestro ejemplo.
Programas y programas de televisión muestran caídas de personas que nos hacen partirnos de la risa, pero ¿cuántos quisiéramos ser esa persona?, creo que ninguno.
Existe una línea muy fina entre el ridículo y el ego: no puedo permitirme ni un solo tropezón, ni siquiera en plena vía pública; no puedo meter la pata en ningún momento porque se reirán de mí.
Desgraciada o afortunadamente somos humanos y vamos a tropezar, nos vamos a caer, vamos a meter la pata y nos levantaremos, recobraremos el equilibrio y aprenderemos a cerrar la boca.
¿Pero qué se sentirá siendo la parte contraria? Esa que ve que nos estamos riendo de ella y no con ella. Nadie quiere ser esa persona, pero todos en algún momento de nuestra vida lo somos.
Ambas palabras comienzan por la misma sílaba ridículo y risa, quizá porque no son tan diferentes, quizá porque van parejas, quizá porque haciendo el ridículo comprenderemos lo que es la risa.

1 comentario:

  1. Es malo reírse de los demás, pero peor es tropezar en nuestra vida y no saber o no querer levantarse por miedo al ridículo o al fracaso el miedo que nos ata e impide el que renazcamos de nuestros miedos. Es una lástima el que los demás al vernos caídos encima hay gente que te pisotea. La gente no es capaz de darte una mano. La caridad se pierde de una manera alarmante. Ya nadie se preocupa por los demás.Nos reímos de las caídas reales y nos alegramos de la caida de la gente que nos pueda hacer sombra en lo que sea

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