miércoles, 21 de diciembre de 2011

MADRE E HIJA

La ventana que tengo al lado del ordenador es perfecta para cotillas.
Sentada desde aquí puedo ver a la gente que pasa por la calle, los coches, un maravilloso parque.
Tengo suerte de tener esta ventana, pero no para cotillear, sino para darme cuenta de lo afortunada que soy.
Todas las mañanas, a las nueve y cuarto, una madre y una hija se paran frente a mi ventana a esperar.
La chica no llegará a los treinta años. Va siempre muy guapa vestida. Me resulta gracioso que, en estos días de frío, lleve el gorro a juego con la manta que cubre sus piernas.
Va en silla de ruedas. 
Mientras esperan, la madre se dedica a hacerle mimos y las veo reírse, darse besos y abrazos.
Siempre puntual llega la ambulancia, en cuyo lateral pone Paralíticos cerebrales. Entonces descienden los dos; mientras uno habla con la madre y la hija, el otro hace descender el aparato que eleva la silla y la introduce en el vehículo.
Besos sin fin a la hora de separarse. 
La ambulancia cierra las puertas y desaparece de mi vista, al igual que la madre.
Minutos antes de ver todo esto, yo he ido al colegio a llevar a mi hija.
Mi hija va andando y, por su edad, casi siempre va corriendo.
No hay tanta diferencia entre esa madre y yo: besamos a nuestras hijas, les deseamos un feliz día y nos vamos a nuestras obligaciones, hasta la hora en que vuelven a casa.
Es aquí, sentada y viendo a esa madre cuando me doy cuenta de lo afortunada que soy, ¿o no?.  Mi hija, si todo sigue igual, se irá de casa y hará su vida y surgirá el síndrome del nido vacío. Esa madre tendrá todos los días a su hija en casa y la besará y abrazará hasta el final de sus días, no habrá síndrome de ningún tipo; habrá luchado todos y cada uno de sus días para ver la alegría en el rostro de su hija enferma.
¿Cuál de las dos es más afortunada?

2 comentarios:

  1. Yo también he visto alguna vez esa escena, y doy gracias a Dios por saber valorarla como tú ... y por darme cuenta de lo bonito de la misma y no solamente de la cruz que hay detrás de esas vidas.

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  2. Es curioso. A veces necesitamos ver a otras personas para darnos cuenta de lo que tenemos. Al tenerlo no lo valoramos lo suficiente. Esa pareja de la acera te ha hecho reflexionar. Entonces es cuando has visto lo que tienes, Aquel desgarro de vida solo lo tapa el amor y el cariño de una madre y no siempre de un padre. Todos deberíamos tener una ventana real o ficticia para ver a los demás desde otro prisma despojado de todas esas corazas que nos ponemos para despistar a los demás.Pienso que tu hija es mas afortunada,no por que tenga una madre que la adora la otra tambien si no por en un futuro cuando tu no estés lógicamente tendrá a alguien que la ampare y la ame

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