domingo, 4 de diciembre de 2011

LA FAMILIA DE MI HIJA

La vida no ha dotado a mi hija de ocho años del arte del dibujo; seguramente será herencia materna.
A mí, sinceramente, me da igual cómo lo haga, son todos preciosos.
Hay uno en especial que me encanta, se titula : mi familia.
Papá está el primero, el más guapo de todos, el más fuerte de todos,  dando la mano a su pequeña. Si seguimos la cadena, cogiendo su otra mano está mamá, vestida como a ella le gusta: "fashion" y no "con esa ropa que te pones mami, no me gusta nada".
Lo mejor de la estampa familiar son sus "tatos": Chusky, el gato, muy tieso y al lado de mamá, porque Chus siempre va detrás de mamá, como es el "hermano" mayor, a mamá la quiere mucho, "pero a mí más". 
Un poquito más separados están los pequeños: Pulga y Gordi, los peces. Y están ahí, sin agua, sin nada, como dos más de la familia.
Reconozco que, visto desde fuera el dibujo, somos una familia un tanto peculiar: tres personas, un gato y dos peces; pero a la vez me encanta que mi hija los sepa incluir dentro de su núcleo. No hace distinciones.
Todas las noches antes de irse a dormir viene el ritual de los besos, y siempre tienen su orden: primero papá, SU papá, después mamá, luego Chusky (si es que deja cogerse) y por último la pecera en la que viven Pulga y Gordi.
Al día siguiente por la mañana, cambia el Buenas noches por el Buenos días, pero el orden de besos sigue siendo el mismo y, a la hora de ir al cole, hay que despedirse de todos.
Llegamos ahora a la época en que vendrán los Reyes Magos y claro, en su carta no pueden faltar ni sus papis ni sus "tatos", y los "reyes" terminan un poco locos buscando algún detallito para esos seres que no piden pero agradecen.
Mi hija tiene una familia "distinta"; nunca ha pedido un hermano, ya tiene tres. Es feliz jugando con Chusky; aunque la palabra correcta sería fastidiando a Chusky y el pobre, todo abnegado, se deja coger, que le hagan bailar, que le pongan una bufanda y nunca, nunca, le ha sacado las uñas a su "tata".
Hay veces en que hasta los niños se dan cuenta de que los animales son mucha mejor compañía que las personas; por lo menos estoy convencida que no le fallarán jamás y que podrá hablar con ellos y sentirse oída, no escuchada (dando gracias, ella no ve la diferencia).
Es feliz en su mundo, en su familia y no lo digo yo, lo dice ella: todos en su dibujo estamos sonriendo.

1 comentario:

  1. Bendita la inocencia de la gente que sabe plasmar en un dibujo sentimientos, así ellos se forjan sus mundos esos mundos en los que son amos y señores donde ponen a cada cual en su sitio correcto ¡que raro es que se equivoquen ! Me asombra la capacidad de síntesis que tienen Cada día es para ellos una lucha constante pues la vida les va enseñando poco a poco y ellos lo asumen de una manera natural,Me alegro de conocer a esa hija de mama. Gracias por estar ahí y dejarme entrar aunque solo sea un poquito en tu mundo Un cariñoso saludo a ambas

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