viernes, 9 de diciembre de 2011

BLOQUEADA

El otro día, por circunstancias que no vienen al caso, tuve que acudir a mi centro de salud.
Esperaba sentada a que me tocara el turno para entrar a la consulta cuando una chica de unos veintitantos años pasó por delante de mí en dirección a las escaleras.
Pese a que estábamos en un primer piso se paró a llamar al ascensor y vi como su mano temblorosa intentaba acertar en el pulsador.
Se quedó esperando, pero no puedo decir que lo hiciera quieta; por un momento me recordó a las gelatinas que bailan cuando las movemos. 
Todo aquel cuerpo temblaba de manera espantosa y ella enredaba los dedos de una mano con los de la otra sin saber muy bien si aquello iba a terminar en un nudo o no. 
Al final, y como el ascensor no llegaba, se agachó en el suelo y se quedó ahí, como un bebé en el vientre de su madre esperando a que las puertas se abrieran.
No sabía si acercarme o no y preguntarle si podía ayudarla. Yo también me quedé como ella: bloqueada.
Por fin se abrieron las puertas y, levantándose, se metió para desaparecer de mi vista.
No fue una imagen agradable y tampoco es la primera vez que veo algo similar. 
Cada vez más proliferan los trastornos de angustia, las crisis de ansiedad y las depresiones.
¿Qué sociedad estamos creando para que las personas no se encuentren a gusto?. ¿Qué pedimos a los demás para que se tengan que enfrentar a esas situaciones?. ¿Somos realmente conscientes de su sufrimiento?.
No soy ni psiquiatra ni psicólogo, soy simplemente una persona como otra cualquiera que tiene sus momentos de tristeza y de miedo y que también tiene sus momentos de alegría, de ilusión y de esperanza; pero pienso en las personas como esa chica que sufren, que no pueden llevar una vida normal y que, probablemente, se sientan rechazadas por incomprendidas.
Quizá empleamos demasiado a la ligera los términos depresión o ansiedad. Deberíamos ponernos en la piel de las personas que realmente lo padecen y compartir un minuto de su sufrimiento. Otro gallo nos cantaría a nosotros y a ellos.

1 comentario:

  1. Nosotros estamos creando esta sociedad, cambiando sus valores de una manera sensible.Antes los malos estaban entre rejas. Ahora somos nosotros los que nos encerramos en nuestras casas blindadas. Ya hay gente que se hace casas con salas blindadas por si entran los malos que no te dañen. Hemos buscado la libertad y tenemos el libertinaje. No sabemos encontrar la ecuanimidad de las leyes para poder convivir de una manera justa y sosegada. Yo no quiero vivir como hace cincuenta años. No.Pero no dejo de reconocer que de una manea general se vivía más tranquilo.¿Es tan difícil encontrar un equilibrio?. Al no haberlo nos conlleva a vivir mas encerrados en nosotros mismos.La familia pierde fuerza, antes un mayor decía algo y por lo menos se le respetaba. De acuerdo que su opinión no tiene por que ser articulo de fe, pero por lo menos no menospreciarlo,con los maestros pasa lo mismo, no tiene ninguna autoridad. No tiene por que matar a un crío de una paliza.Pero un cachete,un bofetón ,tampoco es tan malo dado a tiempo. A mi me lo han hecho y no estoy traumatizado¡¡que caray !!Eso es lo malo que si tenemos nuestros derechos pero no reconocemos nuestras obligaciones.Todo ello nos lleva a personas sin mucha reciedumbre interna a verse ,angustiadas,desvalidas,fuera de sitio.Con ataques de angustia de ansiedad. Restauremos unos valores.Encontrémonos a nosotros mismos.tengamos unos patrones y procuremos seguirlos. Tengamos algo en lo que creer y quizás, solo quizás esto cambie

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