lunes, 26 de marzo de 2012

LOS POLÍTICOS

Conforme nos vamos haciendo mayores y vamos abandonando el nido que nuestros padres crearon, empiezan a surgir otras personas en nuestro nuevo círculo familiar que vienen impuestas con la pareja que hemos elegido.
No deben existir muy buenas relaciones o, por lo menos, no existieron cuando a alguien se le ocurrió ponerle el nombre de "familia política".
Pasamos a tener un padre político, una madre política y hermanos y hermanas políticos. Y es entonces cuando comienza nuestro comportamiento políticamente correcto.
Desde el día en que somos "presentados en sociedad" procuramos por todos los medios caerles bien, mostrar la mejor de nuestras sonrisas y sacar de nuestro interior hasta esos comportamientos que ya teníamos olvidados.
¡ Pamplinas!. Yo soy como soy, en mi casa y en casa de mi familia política. A mí me interesa lo que opine mi pareja de mí, lo que la quiero, todo lo que estoy dispuesta a hacer por él, y lo que opine el resto de la humanidad me tiene sin cuidado. Si estoy triste lo estaré aquí y en su casa, si estoy alegre también, al fin y al cabo nunca me han gustado las hipocresías y no voy a ser ahora la primera en serlo.
Pero la cosa cambia cuando somos nosotros los políticos, cuando nuestros hermanos o hermanas traen a casa a sus parejas: entonces analizamos; por lo general, somos despiadados y entonces entramos a matar a degüello a aquel o aquella que "ha tenido la osadía de llevarse a nuestr@s herman@s", a nuestros compañeros de juegos y de confidencias.
Surge entonces una barrera invisible que nos hace ser más cautos en nuestros comentarios, en desvelar esos secretos que antes lo hacíamos con la mayor naturalidad del mundo.
Como buenos políticos mostramos lo bonito y ocultamos la realidad, aceptamos a quienes han elegido para compartir sus vidas. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar si no tenemos que vivir con ell@s?.
Al igual que los padres esperan la felicidad de los hij@s, debemos esperar también la felicidad de nuestros herman@s y no pretender formar parte de unas vidas que ya no nos pertenecen.
Nuestros compañeros de juegos infantiles ahora son adultos y tienen que luchar por las familias que han creado y esperar de nosotros que estemos ahí, en un segundo plano, por si llegado el momento nos piden ayuda, estar dispuestos a darla.
¡ Qué odiosa es la palabra política !

1 comentario:

  1. Si ya entramos en politiqueos mala cosa. Uno ni nadie somos moneda que a todos gustemos y pretender agradar a todo el mundo es impolsible. Así que yo me he impuesto una norma. Agradarme a mi mismo y que me cojan como soy sin dobleces,sin tapujos. Solo así podré vivr en paz conmigo mismo,procurándo respetar a los demás, pero sobre todo a mi mismo

    ResponderEliminar