viernes, 23 de marzo de 2012

BESOS DE YAYOS

Es cierto que los tiempos han cambiado mucho y cada vez con más rapidez, pero yo sigo teniendo en mi memoria el recuerdo de mi yaya, porque no era mi abuela, era yaya.
Siempre que llegaba del colegio estaba en la cocina preparando la comida y guardándome el corrusco de pan que tanto me gustaba, me daba un beso y me preguntaba cómo me había ido en el colegio.
Quizá sean recuerdos tontos, pero son míos y hacen que en mi cara aparezca una sonrisa.
Muchos de los que ya pasamos los cuarenta no pudimos disfrutar de nuestros abuelos porque alguna enfermedad, ahora curable, se los había llevado, porque una maldita guerra se los llevó antes de tiempo o porque la vida lo quiso así.
Tengo envidia de los niños de ahora que pueden disfrutar de sus abuelos, que los van a buscar al colegio, los llevan al parque, saben como camelarlos hasta que les compran todas las chuches que quieren y, si papá y mamá se enfadan, siempre está la casa de los yayos para escapar.
Los yayos dan propina el fin de semana, siempre tienen una palabra amable, les dicen a los padres que no castiguen a sus nietos porque ahora les toca malcriar, les toca dar caprichos y así son felices.
Mi hija mira al cielo por las noches y ve dos estrellas brillando y dice: "hola yayo, hola yaya" y se enfada, porque no le dan besos, pero a la vez sonríe, porque siempre están con ella y llora porque quiere que vuelvan y está feliz, porque dice que ya están juntos y yo le cuento cuánto la querían y juntas vemos fotos y procuro guardar las lágrimas para mis momentos de soledad; nos reímos recordando "cosas de los yayos" y yo, en mi interior, maldigo y me enfado porque a mi hija no la irán a buscar sus yayos al colegio.
La historia se ha repetido y quiero conseguir que se repita del todo, y lo poco que mi hija pudo disfrutar de sus yayos lo lleve siempre en su corazón y en su pensamiento al igual que yo llevo el recuerdo de mi yaya, y de mis labios saldrán esos besos tiernos, sin exigencias, llenos de amor, de complicidad, esos besos que sólo los yayos y las yayas saben dar.

1 comentario:

  1. Bonito relato,la verdad es que los yayos o abuelos depende del sitio, son aquellas personas que equlibran la vida delos niños. En realidad los yayos son los padres que disfrutan con los hijos de sus hijos por que no han podido hacerlo con ellos. Había que llevar una casa, resolver mil y un problema y encima educarlos y criarlos. Con los nietos solo hay que hacer una cosa disfrutarlos. Ser esa persona que contraviene las directrices de los padres para acercarlos mas a ellos. No los maleducan pero si los malcrían, tienen todo eltiempo del mundo para esos diminutos seres que son un manojo de vitalidad. Bendito sea el niño y el padre que tengan un yayo o yaya,abuelo o abuela para educar y malcriar a esos pequeñitos seres que tanto llenan una vida

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