miércoles, 28 de marzo de 2012

Y LOS GRITOS SE CALLARON

Cuando somos pequeños todo va deprisa, o nosotros queremos que vaya deprisa. Vamos a todas partes corriendo, hacemos las cosas espontáneamente y sobre todo, gritamos.
Los patios de recreo de los colegios deben pasar con creces los decibelios permitidos por la ley, pero da gusto oír esas voces chillonas, penetrantes que, a veces, llegan a taladrarnos los oídos y nos hacen huír.
En los parque ocurre lo mismo: "Mamaaaaaaaaaaa, me voy al tobogán", "me he caídooooooooooooo", y nosotros a dos metros de distancia.
Los niños tienen la necesidad de decirlo todo a gritos, que sus voces se oigan, que se sepa que están ahí, que forman parte de nuestras vidas y del mundo que les rodea.
 ¡ Cuántas veces hemos buscado los padres esas pilas que llevan para que dejen de gritar !.
Llega la adolescencia, y los gritos desaparecen, ahora son mensajes en el móvil o en el ordenador, todo bajo una férrea contraseña y a escondidas de nosotros.
Crecemos, llega la madurez y con ella el silencio; cuanto menos se oiga lo que hablamos mucho mejor. Ya no tenemos necesidad de que el mundo sepa lo que nos ocurre, es más, procuramos ocultarlo y tan sólo alzamos la voz cuando algo maravilloso ha pasado en nuestra vida y queremos que todos se enteren.
¿Y si volviéramos a ser niños y gritáramos? Quizá nos pasaría como a ellos, que siempre habría alguien con una sonrisa mirándonos, alguien dispuesto a levantarnos cuando nos hemos caído porque ya lo hemos gritado, alguien atento a nuestros problemas y a nuestras alegrías. 
Si gritáramos y dijéramos lo que realmente nos sucede, probablemente nos sorprendería ver las personas que se acercan y nos acompañan en nuestros gritos. Pero los modales, la buena educación y el "qué dirán" nos vuelven silenciosos y todos esos gritos que dábamos de pequeños reivindicando nuestro lugar en el mundo y en la sociedad han desaparecido y se han callado.
Siempre nos queda esperar a que llegue la vejez y los problemas de audición hagan que tengamos que volver a gritar y decirle al mundo que estamos aquí y que formamos parte de él.

1 comentario:

  1. ¿No será que los niños gritan por que no tienen nada que ocultar?.Por que todo es limpio en ellos y aún sus corazones no anidan la maldad que se nos supone a los adultos.¿No gritarán para llamrnos la atención ,por la poca que les prestamos?. Los niños se ven pequeños y necesitan hacerese escuchar,que oigamos lo que quieren. demanadan nuestra atención de la mejor manera que saben. En la adolescencia aprenden a callar a encriptar sus sentimientos y sus emociones. Quizás tambien por que los Adumtos" damos poca importancia a sus "pequeños problemas"minimizando cualquier importancia que para ellos tengan. Y llegamos a ser adultos y entonces las mas de las veces tenemos mas que callar que de decir algo que porlo general no es lo que pensamos. Es una etapa de nuestras vidas en las que callamos por no pregonar nuestros sentinmientos,acciones o fracasos. Cuando llegasmos a la tercera edad decimos lo que nos parece por que parece que estemoa ewn la posesión de la verdad, o tambien y eso es lo lamentable,por que como en la niñez o en la adolescencia nadie nos hace caso

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