Cuando me desperté aquella mañana no
recordaba para qué me había puesto el despertador, siendo como estaba de
vacaciones. Al poco caí en la cuenta: había quedado con una bruja.
Parecerá cosa de niños, pero realmente
tenía una cita con Conchy, una bruja de esta época.
Tras los rituales de ducha, vestirme,
desayuno, etc, salí a la calle pensando en cómo sería. Solamente habíamos
hablado a través de una red social, pero ahora el encuentro iba a ser cara a
cara.
Tengo que decir que iba un poco
nerviosa: ciertamente se crea o no en estos temas, impone saber que te vas a
enfrentar con alguien que tiene un “algo” especial.
Nos dimos dos besos y nos sentamos a
tomar un café.
Me sentí muy a gusto, como si nos
hubiéramos conocido de toda la vida; había algo en ella que trasmitía paz,
tranquilidad, un deseo de cogerle la mano y que aquella serenidad se contagiara.
Siempre miro a los ojos de las personas con las que
hablo y, esa mañana, no iba a hacer una excepción. Conchy tiene una mirada
profunda, de las que te hacen pensar que te están desnudando el alma, pero que
a la vez te dice: “no te preocupes, calma”.
Comenzamos a plantearnos cómo podríamos
escribir este libro. Yo, le había llevado los otros dos libros que tenía
publicados de relatos cortos y, ambas, llegamos a la conclusión de que así sería
la mejor forma de hacerlo: escribir pequeños relatos sobre las historias que le
habían sucedido e intentar con ello dar un poco de esperanza a las personas; de
ayudarles a buscar la respuesta a sus preguntas, el camino a la resolución de
sus problemas, el aprender a disfrutar del hoy y del ahora, el ser personas,
con todo lo que conlleva, pero intentando ver lo positivo de la vida.
Decidimos levantarnos y cambiar de
lugar, Conchy iba a echarme las cartas y no queríamos que fuera en una terraza
de la calle, así que fuimos a un bar más acogedor, más íntimo.
Conchy me dijo que mi padre, fallecido
hacía un año, me había dado algo para que se lo guardara y que yo lo llevaba.
Iba a responderle cuando añadió que, años antes, me había regalado otra cosa
igual y también la llevaba. ¿Quién, excepto mi marido, mi padre y mi madre
sabían que mi padre al ingresar en el hospital donde falleció me dio su alianza
y me dijo que se la guardara? ¿Quién, excepto ellos tres sabían que años antes,
con oro de unas muelas que se le habían caído a mi padre me hice una alianza?
¿Quién, excepto ellos tres, sabían que nunca me quitaba esos anillos y que
siempre me acompañaban?.
No quiero decir con esto que me haya
convertido en una ferviente seguidora de estas artes , pero sí que creo que
Conchy tiene “algo” que, a partir del día en que nos conocimos, hizo despertar
en mí la tranquilidad y la paz que llevaba tanto tiempo buscando.
Nuestra conversación duró más y más
tiempo y fueron varios los encuentros que tuvimos para poder elaborar este
libro.
En él, soy una mera redactora de lo que
Conchy me ha contado, de sus experiencias, de sus encuentros con otras
personas, de sus anhelos, de sus ganas de dar amor sin recibir nada a cambio,
de su facilidad para trasmitir tranquilidad, de su visión de la vida como un
camino que nosotros mismos nos marcamos con nuestra actitud; esa actitud para
ella siempre positiva a pesar de su enfermedad; esa actitud que le hace buscar
el bien en los demás y ser feliz con ello.
Los relatos que componen este libro
carecen del nombre de sus protagonistas, puesto que son personas que aún viven
y que, probablemente prefieran permanecer en el anonimato y, aunque así no
fuera, quiero preservar la intimidad de todo el mundo y ante todo, sus
creencias y su relación con Conchy.
Si algo he aprendido tras escribir este
libro, ha sido encontrar la felicidad en mí misma y en las cosas simples que
nos rodean, ver y no mirar con ojos positivos la realidad que me rodea y dejar
atrás un pasado algo difícil para vivir un presente feliz que me llevará a un
futuro dichoso.
Aquí comienzan las “Confesiones de una
bruja” con el único empeño de mostrar lo que una sola persona, Conchy, hace
para intentar conseguir que todos tengamos una vida mejor y alcancemos nuestros
sueños y metas. De cada uno dependerá ya creer o no creer lo que en este libro
se relata.
PILAR LACHÉN, filóloga y escritora
¡Enhorabuena y mucha suerte Pilar!!
ResponderEliminarBesitos cielete.
Pilar P.