viernes, 30 de septiembre de 2011

EL “GRAN DÍA”

EL “GRAN DÍA”

Se encontraba encerrado en un pequeño habitáculo en el que apenas podía moverse. Tenía agua y alimento, pero algo en su interior le presagiaba que las cosas no iban a ir bien. Oía un murmullo no muy lejano de voces que unas veces subía y otras descendía hasta quedar todo en completo silencio.
Ya no escuchaba a sus hermanos, no sabía nada de ellos desde por la mañana, cuando juntos habían estado en un corral. Las miradas eran tristes y ninguno decía nada.
Cuando los separaron, simplemente se miraron; todos sabían que era la última vez que se iban a ver.
Un ruido estridente lo sacó de sus pensamientos. Era una trompeta. La puerta se abrió y comenzó a caminar tranquilamente. Tenía miedo. Algo le decía que se acercaba el final.
De repente notó un fuerte pinchazo en el cuello. Le habían clavado algo. No sabía lo que era y movió la cabeza a un lado y a otro para quitárselo.
Otra puerta se abrió. Entonces salió corriendo. Quería huir de todo aquello.
Pero nada más lejos de la realidad: se encontró en un espacio redondo. El murmullo pasó a ser un griterío. Algo al fondo se movía y se dirigió hacia ahí. Era una tela que le animaba para que fuera.
Supo de inmediato que ahí iban a terminar sus días.
Acudió hacia aquella tela tantas veces como la tuvo delante. Tenía que escapar. Pronto la tela desapareció. Vio un caballo y creyó que aquel animal iba a intentar hacerle algo, así que con todas sus fuerzas se abalanzó sobre él; pero lo único que sintió fue un fuerte dolor en el lomo. Algo se le clavaba una y otra vez. Notó como la sangre corría por su piel y caía al suelo. Se separó de aquel animal que le proporcionaba tanto daño.
Dio una vuelta por aquel círculo, esta vez sin correr, el dolor no se lo permitía. De repente, frente a él, un hombre. Ambos se miraron. “Esta es mi oportunidad”, pensó. A pesar del sufrimiento, se dirigió con toda la rapidez que pudo contra aquel hombre. Muy pronto notó como dos aguijones enormes se le clavaron. No eran como en los tiempos en que pastaba en ricos prados. Aquello era insoportable.
Pronto volvió a ver la tela y se dirigió de nuevo hacia ella. “Por lo menos no me hace daño”, se dijo. Estaba medio mareado de tanto intentar alcanzarla, cuando, de repente, la tela dejó de moverse.
Se quedó quieto. La tela reposaba en el suelo. No se movía. Intentaba respirar, pero le costaba por las heridas que tenía. Al momento, la tela se movió y él se abalanzó sobre ella. Fue el peor movimiento de su vida. Algo se le introdujo por el lomo hasta las entrañas.
Consiguió dar unos pasos e intentó apoyarse en aquella extraña pared redonda. Sus fuerzas se agotaban y él lo sabía: era el final. Aparecieron varios hombres con muchas telas que las movían a su alrededor, pero ya no tenía fuerzas para moverlas.
Dejó que sus patas se doblaran y cayó al suelo tendido. Recordando a sus hermanos que habían padecido lo mismo que él, cerró los ojos y murió preguntándose ¿Por qué así?.

A petición de un buen amigo, estemos de acuerdo o no.

4 comentarios:

  1. Difícil posicionarse.Partamos de una premisa no soy partidario de ninguna de las fracciones.Soy de los que opinan que hay que respetar la opinión de todos aunque no estés de acuerdo.Has echo un maravilloso relato de como se debe de sentir el toro en una corrida de toros.Prefiero pensar que ha sido bajo tu criterio de humano,has pensado humanamente de un toro,como piensan los que están en contra de las corridas de toros por pensar que son una salvajada. Pero si los toros piensan de esa manera,están seguro de que son así de "humanos". A veces los anti son confusos en sus ideas y se dejan arrastrar por ideas que les inculcan. Es cierto que han prohibido los toros en toda Cataluña, han sido manifestaciones a veces rayanas en la violencia tanto física como verbal.Está en el constitucional recurrido. Ése no es el caso.La cuestión es que han aprobado por ley los festejos de los toros en los puebles,por que en las fiestas de éstos son una sustanciosa fuente de ingresos. ¡¡¡¡ Olé la congruencia !!!.Eso es tener criterio.He de comentar que a mis casi setenta años y viviendo en Valencia no he visto una corrida de toros en mi vida por que no me gustan y por no mentir fui a una novillada sin picadores y a un novillo le hicieron tal escabechina para matarlo que le hicieron un boquete entre pinchazos y descabellos que le cabía un puño a uno de la cuadrila me ofrecí para matarlo yo a besos al pobre bicho faltaban dos novillos y me salí. Pero de ahí a no comer carne porque es de animal o pescado por que son seres vivos me parece una solemne tontería. Lo mismo que los abrigos o prendas de pieles. Es que padecen mucho los animales en las granjas.Como si los pollos,cerdos y conejos no padecieran,que a las gallinas les apagan las luces para que pongan huevos y los pollos los crían en cuarenta y cinco días apiñados de una manera desagradable Ahora eso sí después de comerse un polla asado, se irán a una manifestación antitaurina. ¡¡Ole la demagogia !

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  2. Tiene raza, es de lidia, fuerte, valiente y bravo, hasta el final de su existencia, en la que dobla sus manos, resuella y se adormece en una nebulosa, hasta que el ruedo deja de ser ruedo y adormecido se vence a la muerte.
    Es un herbívoro, no un depredador y no se defiende del torero, porque no lo considera un rival, como otro toro en la dehesa.
    No me gusta el sufrimiento del tipo que sea, a los toros en este caso y menos como divertimento y negocio de unos pocos.
    Sufren y sufren un dolor inmenso cuando sienten el acero hundirse y cortar los músculos en su espalda, agotan sus fuerzas cuando su sangre mana a borbotones.
    Me has impactado mucho con este escrito y yo siento esto después de haberte leído.
    Un saludo cordial.

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  3. Simplemete y a petición de un amigo antitaurino he procurado ponerme en la piel del toro y saber que debe sentir en su último día.
    Y lo reconozco, yo soy protaurina.

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  4. Gracias Inés. He leído tu blog y me parece espectacular. Un beso

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